Las calles más céntricas de Benidorm se vistieron ayer de luto riguroso para celebrar uno de los actos más divertidos e irreverentes del calendario festero local: el Entierro de la Sardina, organizado por la Associació de Penyes Verge del Sofratge y que sirve cada año para poner fin a las celebraciones del Carnaval.

La cita era a las 21 horas, como manda la tradición, en plena plaza Mayor. Pero desde mucho antes, los restos de la Señora Sardina fueron expuestos en el escaparate de la Casa del Fester, para cumplir fielmente con los pasos de cualquier velatorio al uso. Ya trasladado el ataúd hasta el lugar de partida, comenzó un divertido desfile, que realizó varias paradas para que los miembros del cortejo pudieran reponer fuerzas.

Entre los disfraces a los que los peñistas recurrieron para este jocoso desfile, no faltaron las que imitaban a las antiguas plañideras, a sacerdotes para oficiar el singular funeral y a los que tiraron de sombreros, gafas de sol y, sobre todo, mucho clínex para acompañar su «pena». «Siempre se van los mejores», repetían. Aunque, esta vez, sólo será hasta el próximo Carnaval.