Una visión multidisciplinar para homenajear una técnica de pesca milenaria. Expertos en geografía, gastronomía y filología ofrecieron ayer su particular visión de la almadraba, una forma de captura del atún que se practicó durante más de dos milenios y que marcó, profundamente, el modo de vida de muchos pueblos de la provincia. La sede de la Fundación Frax, en l'Alfàs del Pi, acogió una jornada informativa que contó con la colaboración del Club INFORMACIÓN y que se desarrolló, además, con la aportación de representantes de la Universidad de Alicante y de Valencia.

El acto sirvió de epílogo a la exposición de fotografías de Jaume Fuster que, desde meses atrás, permanecía en la sala Pedro Delso de la Fundación bajo el título de «L'Almadrava». El geógrafo y periodista Juan Díaz dio algunos datos que reflejan el devenir de esta técnica a lo largo del último siglo, que desapareció por completo de las aguas de la provincia en 1960 con el cierre de la almadraba de Tabarca y que puso fin a una actividad económica de la que vivieron generaciones de alicantinos.

Dénia, Xàbia, Moraira, Calp, Benidorm, La Vila Joiosa, Alicante, Tabarca, Santa Pola, Guardamar o #Cabo Roig (Orihuela) vertebraron, en su día, una economía en torno a este modo de captura del atún, que evolucionó enormemente desde su implantación por los fenicios y que propició, por ejemplo, la edificación de torres (para controlar los bancos de peces) o los famosos baños de la reina (piscifactorías romanas para alimentar a las capturas), además de provocar el desarrollo de otras artesanías como el esparto o el cáñamo para las redes.

Fiel reflejo de la gran raigambre de esta actividad en la provincia es, según Juan Díaz, que la celebración de las fiestas de Benidorm no coincide con su fecha real porque, esos días, la mitad de los varones del municipio se encontraba calando almadrabas en el sur del país. Y es allí, en las zonas más próximas al estrecho de Gibraltar, que cruza desde febrero el atún para realizar el desove, donde quedan las últimas cuatro instalaciones activas.

Con una visión más centrada en la gastronomía, Pep Romany, propietario del restaurante Pont Sec de Dénia, destacó los dos adjetivos que hacen de nuestro atún un manjar único: rojo y de almadraba. Por ello, el restaurador hizo un llamamiento para demandar más control en el etiquetaje de las saladuras y una mayor promoción de la autenticidad del proceso en la zona. «Corremos el riesgo de que se pierda si no fomentamos más nuestras saladuras», destacó. Antes, hizo un recorrido por las formas de tratar este pez por los pueblos de las Marinas, desde la mojama o la hueva u otras formas simples de combinación con tomate o cebolla, a otras más elaboradas como cocas, arroces o guisos muy típicos de ambas comarcas. Y es que, según Romany, en ningún otro lugar del mundo como en las Marinas se combinan gastronómicamente cuatro elementos de gran tradición mediterránea: el vino, el pan, el aceite y la saladura.

La jornada la cerró Francesc Xavier Llorca, profesor de la Universidad de Alicante, quien analizó la importancia de las almadrabas en tierras alicantinas desde el punto de vista lingüístico, y como el lenguaje marinero y su visión diferente del mundo siguen muy presentes en el vocabulario que usamos a diario.

El acto contó, entre otras personalidades, con la asistencia de Vicente Arques, Toni Pérez y Jaume Llinares, alcaldes de l'Alfàs, Benidorm y Altea respectivamente, quienes descubrieron una visión diferente de una actividad que marcó la vida de numerosas generaciones de la provincia antes de caer en el olvido.