La Marina Baixa puede volver a respirar tranquila tras dos años de una sequía que alcanzó su momento más álgido hace menos de tres meses, cuando los dos embalses que abastecen a las localidades de la Marina Baixa llegaron a presentar un estado crítico por la escasez de precipitaciones y el aumento del consumo. Una preocupación que ya es historia por el temporal que se ha vivido la última semana y que ha llenado los pantanos de Guadalest y de Amadorio (La Vila Joiosa) poniendo punto y final a la grave situación que se venía atravesando en esta zona.

Así lo reconocieron ayer fuentes del Consorcio de Aguas de la Marina Baixa, que recalcaron que a pesar de que aún hay que analizar a fondo la situación y observar la evolución de los embalses y los acuíferos, «con toda seguridad se puede decir que no hará falta comprar caudales externos durante 2017», sostuvieron ayer a preguntas de este diario. Para este ejercicio estaba previsto pedir un trasvase de hasta 7,5 hectómetros cúbicos.

En concreto, el pantano de Guadalest ha llegado a llenarse hasta los topes y, de hecho, se han abierto las compuertas para facilitar el acceso de los nuevos caudales tras las lluvias mientras que hace menos de un año apenas alcanzaba el 20% del total. En cambio, el embalse del Amadorio dispone ahora del 57% del total pero hace unos meses llegó a estar bajo mínimos.

Pero el temporal también está dejando repercusiones negativas en la comarca. Así, al veto impuesto por La Nucía, Altea y l'Alfàs del Pi sobre el consumo del agua del grifo a cerca de 60.000 vecinos, el pasado lunes, se sumó ayer el Ayuntamiento de Finestrat, que restringió hasta a 1.500 vecinos el uso humano del suministro en La Cala, Terra Marina, los polígonos industriales o el área comercial por los altos niveles de turbidez.