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400 años de cambios urbanísticos en Altea

La fisionomía apenas varió en siglo y medio, pero la apertura de las murallas a mediados del XVIII permitió la expansión al mar

La fisionomía urbanística de Altea apenas cambió en un siglo y medio desde que el 11 de enero de 1617 sus habitantes recibieran la Carta Puebla otorgada por el segundo Marques de Ariza, tras construir su padre la fortaleza que conforma el actual casco antiguo de Altea en lo alto de una colina.

A mediados del siglo XVIII se construyó el raval marinero en la zona de la actual calle del Mar comprendida entre la cafetería L'Espill y el hotel San Miguel, y Altea comenzó a expandirse desde lo alto de la loma hasta el mar.

Estos datos los dieron a conocer el historiador Juan Vicente Martín y el arquitecto técnico Bernat Zaragozí durante la primera conferencia de una serie de otras que a lo largo del año impartirán varios expertos para conmemorar el 4º Centenario de la Carta Puebla, cuyo inicio tuvo lugar el pasado jueves con un pleno extraordinario del Ayuntamiento de Altea junto al lugar de la primera Casa Consistorial hace 400 años.

Con el título «La evolución urbana de Altea desde su fundación hasta la actualidad», Martí y Zaragozí desgranaron la expansión alrededor de la fortaleza, sobre las laderas del promontorio, y también a orillas del mar, creando así el arrabal marinero. Los conferenciantes, acompañados por la proyección de planos, dibujos y fotografías explicaron cómo los factores económicos y demográficos «hicieron que el pueblo sobrepasara ampliamente las murallas, apareciendo la denominación Dins i Fora para referirse a algunos establecimientos comerciales como tiendas y hornos».

Hubo que esperar a mediados del XVIII para que se creara extramuros el Porrat de Sant Miquel, la primera feria anual que se celebró donde ahora se inicia la calle San José, actual vía de entrada de los vehículos a la plaza de la Iglesia.

Los dos conferenciantes afirmaron que en el siglo XIX «el pueblo ya aparece organizado alrededor de tres plazas extramuros, ademas de la de la Iglesia: la de la Cruz, la del Convent y la de la Mar. Sin embargo, el peso económico de la población se va desplazando hacia el mar. Nace así la dicotomía que da origen a la tradicional rivalidad entre Dalt i Baix, que con el desarrollo urbanístico y económico de Altea la brecha se fue abriendo».

La apertura al trafico de la carretera N-332 en 1885 «acabó de inclinar la balanza y en apenas veinte años, y la fachada marítima se convierte en el eje comercial y urbanístico más dinámico de Altea». Els Quatre Cantons fueron el centro neurálgico de la población, «donde se situó la Audiencia, el Ayuntamiento, la Comandancia Marítima y el Mercado». A ello hay que añadir que en 1914 llega el tren con otra expansión hacia el puerto y hacia el río. Esta situación se mantuvo hasta 1963 «cuando se iniciaron las obras del ensanche en lo que seria la actual avenida Jaume I, donde se inauguró el nuevo Ayuntamiento en 1968», afirmaron.

Lectura del libro

En la noticia aparecida el pasado día 12 sobre el pleno celebrado para conmemorar los 400 años de la Carta Puebla, se indica que los escolares leyeron un pasaje del libro «Coses de la meua terra» (obra de Francesc Martínez i Martínez). En realidad el pasaje corresponde a la obra «Materia de Bretanya», de Carmelina Sánchez Cutillas.

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