Ni las gambas ni el jamón ibérico fueron ayer el producto estrella en los supermercados de l'Alfàs del Pi, a pesar de estar en la víspera de Nochebuena. Estos productos y otros «gourmet» se encontraron por sorpresa con un duro competidor que acaparó mayoritariamente los carros de la compra: el agua embotellada. Y, cuanto más grandes fueran las garrafas, aún mejor. «Nosotros normalmente usamos la del grifo, pero estos días hay que usar la de botella para todo», explicaba Helios mientras metía en su carrito hasta cuatro garrafas de cinco litros para tener provisiones de sobra para estos días. «Además, tengo dos nietos pequeños en casa y no podemos correr ningún riesgo», agregó este vecino de l'Alfàs, de origen venezolano y que se mostró algo sorprendido por la prohibición de usar agua del grifo: «Sale turbia, pero si la comparas con la de mi país, la de aquí es agua bendita».

Igual que Helios, otros vecinos de esta población, a los que también se sumaron por la tarde los residentes en La Nucía y Altea, acudieron en masa a los supermercados en busca de este producto. «Ayer por la tarde, cuando se hizo público el bando del alcalde, esto fue una locura. Y esta mañana igual», explicaba Pere, del supermercado Mendoza, quien indicó que, aunque aún les quedaban reservas en los almacenes de las dos superficies de esta cadena, «no damos abasto para llenar las estanterías. En cuanto repones, se vuelven a vaciar».

Junto a las precauciones adoptadas en los hogares, el sector de la hostelería es otro de los que ayer tuvo que ingeniárselas para seguir dando servicio a sus clientes a pesar de la prohibición de usar agua del grifo. Verónica, del bar el Séptimo Arte, explicó que la mayoría de clientes continuaron pidiendo café con total normalidad y que apenas se notó un cambio en las costumbres. «Del grifo nadie pide agua, pero es que aunque no hubieran puesto ningún bando, viendo cómo sale yo tampoco me la bebería, pero para el café o las infusiones la gente ha seguido pidiendo con normalidad», agregó.

Por su parte, Aurelio, del bar Quinoa, sí adoptó distintas medidas por la restricción del consumo. De menú del día tenían una sopa castellana, para cuya elaboración ayer emplearon agua embotellada. «Ahora todo lo que cocinemos va a ser así, porque no te puedes arriesgar a que pase algo», explicó. A pesar de estas precauciones, tanto este hostelero como otros restauradores y vecinos del municipio trasladaron sus dudas sobre el riesgo que pueda entrañar el consumo del agua: «Vamos a hacer caso de lo que han dicho, pero si fuera realmente peligroso beber del grifo, habrían cortado el agua», dijeron.