Poca gente en Bolulla olvidará la fecha del cumpleaños de Júlia. Nació el 7 de febrero de 2011 y, a sus cinco años, se convirtió ayer en la protagonista por un día en esta pequeña población del interior de la Marina Baixa gracias a un cuarto premio de la Lotería Nacional. La Penya El Ravanell, a la que pertenece su padre, vendió en Bolulla y entre amigos de otras poblaciones vecinas, como Tárbena o Callosa d'en Sarrià, 140 décimos del 07.211, agraciado con 20.000 euros por décimo. O, lo que es lo mismo, 2,8 millones de euros repartidos mayoritariamente en un municipio de poco más de 400 habitantes.

«Desde que nació la niña, encargamos este número a una administración de Benidorm y lo jugábamos toda la familia. Hasta ahora no nos había tocado nada, pero este año los de la peña teníamos que elegir un número para vender y optamos por éste. Y mira lo bien que nos ha ido», explicaba ayer exultante Jorge Ferrer, el padre de la menor y el principal artífice de llevar la suerte a un pueblo que llevaba meses pidiendo a gritos buenas noticias.

El pasado septiembre, Bolulla vivió la cruz de la moneda, debido al devastador incendio que arrasó cerca de 500 hectáreas de masa forestal a escasos metros del casco urbano. Y ayer, por fin, la suerte les devolvió la cara. «Entonces lo pasamos muy mal, pero la vida trae estas cosas. Una pena inmensa y hoy una alegría indescriptible», afirmó el alcalde, Andrés Ferrer, y padre de otro de los festeros que también pertenece a «El Ravanell». Por eso, en las últimas semanas, el primer edil también les ayudó a vender décimos desde el mostrador del bar l'Era, que regenta y que ayer fue centro neurálgico de la celebración.

La noticia de que en el pueblo había tocado la lotería corrió como la espuma desde el mismo momento en que los niños de San Ildefonso cantaban el 07.211. Y, rápidamente, todo el que pudo dejó sus menesteres para ir a festejarlo con sus paisanos. «A mí me ha pillado cortando aguacates, a un amigo naranjas, a otros en sus casas... Y lo hemos dejado todo para juntarnos y compartir la alegría», explicó Vicenta, mientras se congratulaba por no haber hecho caso a los consejos de su hijo: «Él me había dicho que para qué compraba lotería. Que nunca tocaba y que mejor dar los tres euros a los festeros y ahorrarme los veinte del décimo. Cuando me han dicho que nos había tocado, le he llamado enseguida para decírselo. ¡Qué alegría más grande!».

Una de las cosas que más emoción generó en el pueblo es que los 20.000 euros de cada décimo han ido mayoritariamente a gente joven. Los miembros de El Ravanell tienen entre 36 y 39 años y, además de a ellos y a sus familias, gran parte de los billetes también han ido a parar a amigos de su misma edad. «Es gente joven que casi está empezando su vida y, la mayoría, con deudas: Uno, porque se ha comprado un piso; el otro, porque está haciendo obra en la que ya tenía; otros, con pequeñas empresas o con el campo,... Así que el premio no podía haber caído mejor», manifestaban varias vecinas que, tras ser también agraciadas, se irán el próximo verano de viaje a Galicia para celebrarlo. «No nos ha tocado mucho, pero siempre lo veíamos en la tele y hoy -por ayer- somos nosotros los que vamos a salir. No me lo puedo creer», decía Fina, otra vecina de la localidad.

Un sueño y una tradición

Entre las anécdotas más repetidas entre los agraciados está la de José, un vecino del pueblo que vive en Altea, que hace pocos días soñó que les tocaba la lotería y se subió a Bolulla en busca de un número. O el de Miguel Calvo y Antonia Gualde, los loteros de la Administración nº 6 de Benidorm, donde compraron los décimos, y que también resultaron agraciados porque tienen por costumbre quedarse con un número de cada peña o asociación que les compra la lotería.