Cuatro personas bajan un burro llamado Donkey por las exiguas escaleras del Piper's de la Plaza Triangular. Entre coces y empujones consiguen llevarlo hasta el escenario para que la «ganadora» del concurso que tocaba esa noche, sueca muy probablemente, se suba en Donkey para recibir su premio. Era el Benidorm de los años 70 donde cualquier cosa era posible y la anécdota la cuenta entre risas Pepe Gil, encargado entonces del local y uno de los artífices que ha hecho posible un reencuentro histórico, el de los «Héroes de la noche».

Cerca de 50 empresarios, encargados de establecimientos de ocio y dj's de la época dorada de la noche benidormí, se reunieron ayer en una comida en el restaurante Rice para rememorar viejos tiempos y «dar un empujón a Ociobal -Asociación de Empresarios de Ocio Nocturno- y a los empresarios para recuperar el espíritu divertido y dinámico de nuestra época», explica Pepe Soler, otro de los promotores del encuentro junto con Filippo Master Dj.

Pachá, Penélope, 007, El Corral, Madeira, Space, Pachá, Tito's, Hipocampo, Number One, Bar Bus, el citado Piper's... son algunos de los establecimientos míticos de aquel Benidorm que despertaba al turismo y se abría al mundo a un ritmo acelerado. La ciudad era en la década de los 70 y los 80 «donde había que estar», resume Richard Romero, hoy representante de Ociobal y que en aquel momento pasó por la disco boite Mónaco, Pachá y Penélope antes de abrir su propio negocio. «En esos años teníamos más de 30 discotecas y ocho salas de fiesta que eran el principal atractivo de la ciudad junto al sol y la playa. Había mucho glamour, todos los jóvenes europeos paseaban por aquí sus coches deportivos y venían todos los famosos de la época a nivel internacional», asegura.

Un cambio total

Noches locas que marcaron a toda una generación cuyos promotores se reencontraron ayer después de décadas sin verse. Como Gabi Rocamora, que montó el 007, y que lleva 30 años afincado en Marbella. «Benidorm era el paraíso entonces, le estoy muy agradecido porque nos dio mucho a todos. Ahora la mentalidad ha cambiado, es normal, pero los jóvenes no se divierten como lo hacíamos nosotros», reflexiona Rocamora. De hecho, este era el sentir general de los impulsores de la noche benidormense. «Ahora es todo más mecánico, antes era más emocional. Ha habido un cambio total, en aquella época no había tanta ocupación turística en invierno como hay ahora pero nosotros nos abríamos más a los extranjeros cuando aún estaba Franco y la actividad ni siquiera estaba regulada con lo que a la mínima que pasara venía la Policía», recuerda Óscar Reina, que trabajó en varias discotecas hasta que abrió la suya propia, Bus Bar. «Y para el sexo Benidorm era el paraíso», añade este empresario que desde que dejó la noche se dedica a negocios de importación y exportación.

Un elemento fundamental para explicar el éxito de la vida nocturna de Benidorm fue también la música. Toni García, de Madeira, recuerda que cada cinco meses aproximadamente viajaba a Londres para cargar dos maletas con vinilos para escuchar en Benidorm todas las novedades.

Nadie quiso faltar a la cita, ni siquiera Candy Coto, que voló desde Bali para estar ayer con sus antiguos compañeros. Las anécdotas, risas y puestas al día de la vida de cada uno se alargaron por la tarde porque, cómo no, además de la comida, en la que se guardó un minuto de silencio por los ausentes y se colocó una mesa vacía en su recuerdo, se organizó una fiesta con go-gos incluidas y una buena barra. Genios y figuras.