El segundo día grande de las Fiestas Mayores Patronales de Benidorm, dedicado a Sant Jaume, recibió ayer a un protagonista inesperado: la lluvia, que obligó a suspender o adelantar algunos de los actos previstos en el programa oficial y mantuvo otros en el aire, como la procesión en honor al patrón, a quien finalmente el tiempo dio una tregua y pudo recorrer las calles del casco antiguo a hombros de los «Costalers».
El cielo amaneció amenazante desde primera hora, a lo que se sumó una drástica bajada de las temperaturas. La mala climatología hizo que las calles se despertaran algo más vacías de lo habitual, con menos turistas y vecinos esperando el paso de los pasacalles como ocurrió en las jornadas previas. Sí hubo masiva presencia de fieles en la misa de la mañana, dedicada al Apóstol, que en esta ocasión estuvo presidida por el sacerdote Venancio Ruiz y cantada por la Agrupación Coral de Benidorm.
Hasta ese momento, a pesar del frío y el viento, todo lo programado transcurrió con normalidad. La plaza de toros de la ciudad se llenó prácticamente hasta los topes de público y peñistas para disfrutar de la primera y única suelta de vaquillas de estos festejos, en los que numerosos espontáneos se atrevieron a saltar al ruedo y se produjo algún que otro revolcón, pero sin mayores incidentes. Igualmente, las actividades infantiles organizadas en la plaza del Ayuntamiento también contentaron a las familias con niños que se acercaron hasta la zona para pasar un rato de divertimento y hacer tiempo hasta las dos de la tarde, cuando estaba previsto el disparo de la segunda mascletà de las Fiestas.
Sin embargo, poco después de las 13.30, saltó la alarma. Desde la empresa pirotécnica se alertó a la concejalía y la Comisión de Fiestas de que la lluvia comenzaría a bañar la ciudad pocos minutos después, lo que llevó a ambas entidades a dirigir el pasacalle directamente hacia la plaza de la Hispanidad y acordar que se adelantara la mascletà algo más de un cuarto de hora sobre la prevista, para evitar que la pólvora se acabara empapando y todo el material se echara a perder.
Este hecho provocó que gran parte del público no pudiera llegar a tiempo. O que otros, a la desesperada, iniciaran la carrera desde las calles colindantes para poder acercarse al recinto, al menos, para presenciar el bombardeo final. En ese momento, la lluvia ya había hecho acto de presencia, aunque no fue hasta que terminó por completo el disparo cuando cayó con mayor intensidad. Y así estuvo hasta pasadas las cinco de la tarde.
Las damas y reinas de las Fiestas, así como autoridades, músicos, mayorales o miembros de la gestora de la Associació de Penyes, tuvieron que finalizar el pasacalles de vuelta al Casal Fester sin música y protegidos por paraguas. También el escaso público que tuvo la suerte de ver aunque fuera un trocito de mascletà o los peñistas que en ese momento se dirigían hasta sus locales para comer.
Las peñas, muchas de ellas con locales pequeños y que habitualmente despliegan en la calle mesas y sillas al mediodía y para la cena, tuvieron que ingeniárselas ayer y, en muchos casos, que hacer turnos para poder comer en el interior de sus sedes festeras, dado el diluvio que en ese momento se había apoderado del exterior.
Otro de los actos que se tuvo que cancelar por la lluvia fue el espectáculo de recortadores, previsto para las 17 horas en la plaza de toros, lo que aguó también el sentir de los aficionados taurinos. Por fortuna, a partir de esa hora, las precipitaciones comenzaron a amainar y ya no volvieron a hacer acto de presencia en toda la tarde, lo que permitió celebrar con normalidad, aunque con mucha menos asistencia, la procesión de San Jaime, que se inició a las 19 horas y llenó de solemnidad el casco antiguo.
