La caída de la tarde sobre Benidorm trajo ayer a la ciudad uno de los momentos más sentidos de cuantos se celebran en las Fiestas Mayores Patronales. Al son que marcaban los repiques de las campanas de la iglesia, la Virgen del Sufragio salió del templo, a hombros de los Mariners de la Mare de Déu, para recorrer las calles más céntricas y llevar su bendición a todos los rincones. Cientos de personas alumbraron su camino con la luz de los cirios y, también, con la que proyectaban los ojos emocionados de quienes le guardan devoción al verla pasar ante ellos, «moreneta i xicoteta», para recordar a los seres queridos que nos dejaron o para pedir su protección.

Tras los ajustes habituales de las filas de la procesión en los primeros metros, la marcha discurrió con bastante agilidad y en poco más de hora y media recorrió todo el itinerario oficial, para regresar de nuevo al templo. Junto a los devotos que la acompañaron en la marcha, su paso también fue ampliamente seguido por vecinos de la ciudad y también por muchos turistas, llegados desde distintos puntos del país para conocer en primera persona las Fiestas Mayores, a quienes sorprendió la gran cantidad de gente que participó en la procesión.

Como es tradición, la música de la xirimita y el tabalet marcó los primeros pasos del desfile, para dar entrada a representantes de la parroquia y mayorales de honor de los festejos, así como al pregonero de 2016, Francisco de Santiago. Tras ellos, llegó el turno de una decena de mayoralas vestidas de «manolas» y del abanderado de las Fiestas, Richard Romero, que acompañado por su familia precedió a la imagen de San Jaime, portado por sus «costalers». Seguidamente, fue el turno de damas y reinas, que procesionaron justo por delante de la imagen de la patrona, cuyo séquito de marineros, sobre todo de niños de corta edad, va cada año en aumento y causó las delicias del público.

Autoridades eclesiásticas, políticas y policiales cerraron el cortejo, en el que las tres sociedades musicales de Benidorm -La Nova, L'Illa y la Unión Musical- desplegaron a un gran número de músicos para poner la banda sonora. A diferencia de otros años, en los que los encargados del protocolo tuvieron que hacer malabares para colocar a los cargos públicos, la falta de políticos llegados de fuera permitió al alcalde, Toni Pérez, presidir la primera fila, flanqueado a un lado y a otro por la presidenta de la Associació de Penyes, Mariló Cebreros; el de la Comisión, Manuel Agüera; el edil de Fiestas, Jesús Carrobles; y el senador del PP, Agustín Almodóbar, tras los que participaron el resto de ediles.

La única nota negativa de todo el acto la puso un hombre en visible estado de embriaguez que, al paso de la procesión por la intersección del Paseo de la Carretera con La Palma se encaró con el público y profirió a gritos insultos y palabras malsonantes, lo que hizo que otros espectadores, con visible enfado, acabaran por dirigirse a él en los mismos términos para exigirle respeto.