La inestabilidad que viene dando en los últimos años en destinos que compiten con Benidorm, como Turquía o Túnez, ha impulsado un desvío de clientes de diferentes países de Europa hasta la ciudad de los rascacielos. Los touroperadores han aprovechado la coyuntura para anticipar sus ventas con el reclamo de un destino seguro en pleno Mediterráneo. El miedo a quedarse sin plazas ha adelantado, aún más, el cierre de las reservas.

Una tendencia con la que, a la postre, salen ganando los hoteles de la ciudad y toda la oferta complementaria. Benidorm ha pasado de ser un mercado de oferta a establecerse, al menos esta temporada, como un mercado de demanda.

La incógnita ahora es testar si se trata de una tendencia pasajera, acrecentada por las condiciones externas, o si en realidad el sector turístico de la Costa Blanca ha logrado reinventarse y fidelizar a mercados emergentes. Una pregunta que solo el tiempo contestará. a. s. s.