Las calles de Altea volvieron a lucir anoche con todo el esplendor que le impregnaron las comparsas en la Entrada Cristiana, cuyo reinado corresponde este año a la filà Maseros, y la alferecía a Els Templaris. A pesar de ser lunes, y que estuvo lloviendo hasta las cinco de la tarde, a las 20 horas comenzaron a llenarse de gente las calles por donde discurriría el desfile de las diez filaes del bando de la Cruz. Aproximadamente 8.000 personas, según la organización, presenciaron la Entrada Cristiana que, al igual que el sábado, se retransmitió en directo a todo el mundo por el canal municipal de Youtube.

El desfile discurrió desde la calle Filarmónica hasta la Plaça dels Esports, pasando por Pont de Montcau, Jaume I y Raspall. Las reinas mayor e infantil de las fiestas del Cristo, acompañadas por sus samas de honor, abrieron el desfile, y acto seguido, con la abanderada cristiana de la Federació de Moros i Cristians Sant Blai, Marta Lloret, de Els Cebers, montada sobre una carroza flanqueada por leones alados comenzaba la Entrada Cristiana. A la abanderada la acompañaron la escuadra Caribes de la compañía Marinos Corsarios de Villena, con el cura párroco de Altea, José Abellán, como cabo de escuadra. A continuación, los miembros de la filà Els Cebers, con su característico traje rojo y azul con cruz roja sobre fondo blanco, desfilaba por las calles.

Más de dos mil personas, entre festeros, miembros de los boatos, y músicos, mostraron sus mejores galas por las calles alteanas. El público aplaudía enfervorizado a medida que iban pasando las escuadras cristianas. A Els Cebers le siguieron Cristians de la Muralla, Contrabandistes, Carteia y Corsaris dando paso al alférez cristiano Javier Lloret Llorca, de Els Templaris. El espectacular boato contaba la historia basada en la primera Carta Pobla de Altea en 1279. Un gran fuego real que salía de un gigantesco dragón era simulado por bailarinas que las llamas y salían de la boca del animal. Al dragón lograron vencerlo y multitud de niños y niñas anunciaron la victoria del pueblo. Ballets, carrozas, caballos bateadores y grupos de percusión formaron el gran boato templario en el que el joven Lloret estuvo acompañado por cuatro escuadras. El gran espectáculo de la alferecía dio paso a las filaes Creuats, Cristians d'Altaia y Conqueridors que precedían a más de 500 personas del espectacular boato de Els Maseros.

Hombres y mujeres campesinos en su mayoría, los maseros habían luchado enconadamente por la mañana contra las huestes moras para reconquistar el castillo de Altea. Ahora, en tiempos de paz tras las batallas, los maseros mostraban al pueblo cómo es su trabajo en la plantación del trigo, su posterior recolecta, la parva y la elaboración de la harina en un gigantesco molino que cerraba el desfile. Bueyes, caballos de tiro, danzarines, sembradores, y un gran ballet de espantapájaros, anunciaban la llegada de los tres cargos festeros del reinado cristiano: el abanderado José Javier Sánchez Moya, la embajadora Mari Paqui Rostoll Orozco, y José María Sellés Calle.

El paso de los tres cargos despertaba los vítores del público. Y su entrada en la plaza del Ayuntamiento estuvo acompañada por un gran castillo de fuegos artificiales que le dio aún más emoción a la Entrada Cristiana. El abanderado iba montado en una carroza que representaba a un gran caballo de tiro, mientras que la embajadora desfiló sobre una carroza acompañada por su pequeño hijo de casi dos años de edad y su marido. Mientras que el rey cristiano, aguantando el dolor de un menisco destrozado y los ligamentos cruzados rotos por un pequeño accidente durante las fiestas, saludaba a los asistentes a la Entrada desde una carroza con signos guerreros que protegían al molino donde se elaboraba la harina para el pueblo.

El desfile acabó en la Plaça dels Esports bajo los vítores de la totalidad de festeros que se habían congregado en gradas especiales instaladas en la calle Raspall. Allí, los cargos festeros recibieron una grata sorpresa de sus compañeros de las fiestas de Moros y Cristianos con un final apoteósico y agradecido a la meteorología, dado que por la mañana anunciaban lluvias, y se temía que en la Entrada hubiera un aguacero, igual que les ha pasado a los maseros en sus dos anteriores reinados.