Una estampa casi inédita. En pleno mes de agosto y con Benidorm hasta los topes por la avalancha de turistas propia de este época del año, las playas de la capital de la Costa Blanca dejaban ayer una postal empañada por la lluvia. Las rachas de viento y las precipitaciones, que pese a no ser intensas se prolongaron durante toda la mañana y buena parte de la tarde, llevaron a miles de visitantes a bares y comercios con un único fin, refugiarse del mal tiempo que ayer se apoderó de la ciudad.

Las caras largas y el sentimiento de decepción fueron ayer los verdaderos protagonistas de la jornada. Muchos turistas transitaban ayer por el paseo de Levante y miraban con cierto enfado hacia el convulso mar.

«Hemos venido desde Bilbao y es una pena que hoy no haya salido el sol», lamentaba ayer María desde una terraza emplazada en la calle Martínez Alejos, a pocos metros de la playa más frecuentada de la ciudad de los rascacielos.

Una adversidad para los turistas que se tornó en una gran dicha para el sector hostelero. Los responsables de los bares calculan que en jornadas como la de ayer pueden llegar a aumentar sus ventas en cerca de un 30%, como explicó el presidente de la Asociación de Bares, Restaurantes y Cafeterías (Abreca) de Benidorm, Javier del Castillo. «Para nosotros siempre es un beneficio que en pleno verano salgan días como éste», decía ayer el representante del sector, quien admitía que el trabajo durante la jornada se había disparado.

Sin sustos en el mar

Pese a todo, los bañistas más valientes se atrevieron a desafiar al mal tiempo para darse un chapuzón en las playas de Levante o Poniente. La bandera amarilla ondeó durante todo el día por las series de olas que no cesaron en la costa benidormense, como explicaron fuentes del servicio de socorrismo de la ciudad. Con todo, no hubo que lamentar ningún incidente grave, como explicaron estas mismas fuentes, y la jornada se cerró sin ningún susto en el mar.