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Entrevista

Toni Pérez: «Benidorm también es para hipsters»

«¿Mala prensa el turismo de sol y playa? El drama es para quienes no lo tienen» - La ciudad se ha llenado de rascacielos y de turistas. Tiene la tasa de paro más baja (17%) de las ciudades valencianas

El alcalde de Benidorm, Toni Pérez, con la ciudad al fondo. david revenga

Sesenta años de la ciudad vertical. ¿Cuánto le debe Benidorm al franquismo y al bikini?

Hay que agradecérselo más a los visionarios que desde Benidorm fueron capaces de ver las posibilidades turísticas de este pueblo de la mar, «de marins i almadravers». En los años 50 tuvo un punto de inflexión con el Plan General, que desarrolló un urbanismo que se ha revelado como el sistema de vivienda más eficaz y sostenible. Seguimos esa línea.

No se deje el bikini de lado...

¡Perdón! El bikini fue otro punto de inflexión importante, sí. Eso se lo debemos a Pedro Zaragoza.

El alcalde que le pidió a Franco permitir el bikini en Benidorm.

Sí, y que después impregnó a todo el territorio nacional. Fue un momento de aperturismo importantísimo.

Una grieta del franquismo que se abrió por Benidorm.

Desde luego, anticipándose en más de dos décadas a lo que iba a ser la España post-franquista.

Tampoco se entiende Benidorm sin los súbditos de su graciosa majestad británica.

Es una fase posterior. Tras una situación complicada por las necesidades de agua, que a punto estuvo de frenar el trabajo realizado, fue en los años 70 cuando empezó esa estrecha relación con los británicos, que es el grupo extranjero más potente en Benidorm.

Son casi el 40 % de las visitas. ¿Teme el «Brexit»? ¿Irá acompañado de «Benidormexit»?

No tenemos miedo. El «Brexit» tiene consecuencias, como la devaluación de la libra, pero no hay indicadores que señalen una incidencia en Benidorm. Ni tan siquiera en invierno. Para las estancias de británicos en el verano de 2017 ya se están superando los registros de este año. Las vacaciones son algo irrenunciable, y en Benidorm los británicos encuentran seguridad, un clima fabuloso y una oferta que se adapta a sus necesidades.

Kiko Llaneras ha denominado a Benidorm como el símbolo de «el turismo antihipster», la ciudad que simboliza la necesidad actual de pertenecer a un tumulto, a una masa. ¿Algo que alegar?

Tal vez no conozca bien Benidorm, porque es una ciudad para todo el mundo, también para hipsters. Un hipster puede venir y pasar desapercibido en Benidorm; también encontrará su espacio.

Eso es un titular: Benidorm es para hipsters y para el Imserso.

Por supuesto, sí, sí.

Porque el tópico del Imserso sigue incrustado...

Sí, es un estereotipo contra el que no tenemos que luchar. Somos una ciudad muy amigable para la gente mayor, y eso también es bonito. Pero Benidorm es para todos los gustos. Mira este verano: el Low Festival o los conciertos de David Guetta y Marc Anthony. Hay gente joven que está conociendo Benidorm a partir de la cultura y la música y se va encantada con la ciudad. Son estereotipos. Benidorm ha tenido que luchar contra tópicos, como el del modelo urbanístico.

¿A qué se refiere?

Las mismas tribunas académicas y periodísticas que antes lo cuestionaban han concluido que nuestro modelo urbanístico planificado en altura es el modelo más sostenible para el territorio, el más integrador e inclusivo. ¡Todas las capitales están subiendo en altura! Representa una mejor gestión del territorio.

El binomio «turismo de sol y playa» tiene mala prensa. ¿Hay obsesión con el I+D+i cuando el producto a veces ya está ahí?

Para nosotros, el I+D+i es un complemento a nuestra base, que es el sol y la playa. El drama es para quienes no tienen sol y playa. Eso son tics permanentes. Mira: me gustaría conocer ciudades que, ocupando la mitad del término municipal, sean capaces de convertirse en el tercer destino turístico de la península en pernoctaciones hoteleras, sólo por detrás de Barcelona y Madrid. Es el resultado de un modelo de éxito basado en el sol y la playa.

¿Asusta la deriva de Salou o Magaluf, con turismo de borrachera y bajísimo coste?

No, tenemos una ciudad muy ordenada, con seguridad y con una planta hotelera de gran calidad.

La presión turística, que hasta en enero tiene un 60% de ocupación, ¿no cansa a los residentes?

La ciudad está impregnada de turismo. Tenemos muy claro que vivimos del turismo. Siempre hemos sabido dimensionar los servicios para que todo estemos a gusto y tengamos los servicios. Hay quien pone el acento en eso. ¡Será que han venido a Benidorm hace 200 años, porque desde hace décadas es una ciudad muy turística!

«Boutade»: los madrileños podrían elegir algunos concejales de Benidorm por el tiempo que pasan en verano.

Los madrileños nos reporta muchos recursos: los que viven prácticamente todo el año con nosotros y los que vienen a lo largo del año. En Benidorm tenemos la Avenida de Madrid, y no es casualidad. Pero hay otras localidades donde su pujanza es mayor.

Benidorm recibe 11 millones de pernoctaciones anuales: triplica a Valencia, absorbe la mitad del turismo de toda la Comunidad Valenciana. ¿Está infravalorada políticamente?

Políticamente funciona según los ciclos. Aunque no reclamamos un estatus preferente, sí que pedimos que se reconozca lo que somos con el trato que merecemos. Un ejemplo: no hay ningún aeropuerto internacional del tamaño del de Alicante que no tenga una conexión ferroviaria desde el aeropuerto a los puntos de destino turístico. Es un ejemplo. Las infraestructuras se van mejorando, pero necesitamos una conexión ferroviaria de alta velocidad entre el aeropuerto, la capital y Benidorm. Tenemos el derecho y los datos que demuestran que sería una instalación rentable.

¿Qué aportará el nuevo Hotel Grand Luxor de Terra Mítica, tras el fracaso que vivió el parque?

Aportará mucha calidad. Tiene una parte de lujo de cinco estrellas y otra de cuatro estrellas. Terra Mítica tenía un problema de gestión. Pero desde que lo adquirió el Grupo Santa-María, de Benidorm, lo está consolidando. El parque temático, uno de los seis que tiene la ciudad, se ha revelado como un complemento necesario para la ciudad. Ya nadie duda de que, si no estuviera, habría que construirlo.

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