Han pasado 29 años desde que la playa de Levante de Benidorm fuera testigo del primer chupinazo. Y lo que entonces se inició como una forma de acercar las fiestas de Pamplona a los navarros que esos días pasaban sus vacaciones en la ciudad, se ha convertido en una cita ineludible del verano para cientos de turistas y residentes en la ciudad cuyas raíces están al norte de España.

Decenas de personas volvieron ayer a vestir de blanco y rojo para celebrar el inicio de las fiestas de San Fermín en el restaurante Tamboril, donde al filo del mediodía no cabía ni un alfiler. Conectados a una pantalla de televisión para seguir en directo las retransmisiones del chupinazo pamplonés, la fiesta arrancó cuando el concejal de Fiestas de Benidorm, Jesús Carrobles, encendió la mecha de manera casi simultánea a los gritos de «Gora San Fermín» que sonaban desde el televisor, ante el alcalde Toni Pérez, y las reinas de las Fiestas Mayores Patronales, Beatriz Amor y Paula González de Zárate. Inmediatamente después, y ya con el tradicional pañuelo rojo al cuello, comenzaron los bailes y cánticos, que se sucederán hasta el próximo jueves, 14 de julio, cuando a las once de la noche cantarán el «Pobre de mí» para despedir los festejos.

«En Benidorm hay mucha gente navarra, que por cuestiones de trabajo o porque están aquí de vacaciones, no podían disfrutar de estos días de fiesta. Por eso, en su día, pensamos que ésta era la mejor manera de hacer honor a nuestra tierra», explicó ayer Javier Abinzano, responsable del Grupo Tamboril y promotor de esta celebración desde 1988. Para vivir los Sanfermines desde la distancia, para estos días tienen programadas actuaciones de grupos de jotas, bailes con música de peñas así como una misa navarra por San Fermín que tendrá lugar hoy, a las 12 del mediodía, en la iglesia del Carmen de Benidorm. «Y encierros, porque no nos dejan...», bromeó Abinzano.

«Tenemos nuestras fiestas lejos, pero aquí las sientes muy de cerca», explicaba ayer Angelines, una pamplonesa que vino a Benidorm de viaje de novios hace 48 años y desde entonces es fiel a la ciudad. Con su amiga Susana, baila una jota mientras afirma que ellas ya son «un poco mayores para salir a los Sanfermines de nuestra tierra, así que los celebramos mucho mejor aquí». Igual que ellas, Mari Carmen, natural de Bilbao, lleva ocho años sin faltar al chupinazo en Benidorm; o Ángel y Pili, de Zaragoza, que acuden desde hace 20. «Y no nos perdemos nada, porque San Fermín desde la playa es especial», concluyeron.