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El policía de Benidorm que llevó la esperanza a los refugiados

Miguel Campos reubicó a 300 personas que llegaron a Sicilia huyendo de la guerra

El policía de Benidorm que llevó la esperanza a los refugiados

Miguel Campos. Éste es el nombre de la esperanza para los refugiados que llegaban cada día a Sicilia con el fin de encontrar un mundo mejor. Cientos de personas huyen a diario de la guerra y la miseria de sus países, engañados por mafias que les meten en embarcaciones arruinadas por las que muchos pierden la vida. Los que conseguían llegar, tenían que pasar por la oficina de Miguel Campos, el primer policía nacional de la misión internacional destinado en el centro de Sicilia. Salió de Benidorm el 29 de febrero y vivió una experiencia de tres meses que le cambió la vida. Su trabajo era clave: fue el encargado de reubicar en Europa a 297 refugiados, tutelado por la Comisión Europea a través de la Oficina Europea de Apoyo al Asilo (EASO, por sus siglas en inglés). Entre ellos, los primeros 18 refugiados que ha acogido España.

«Allí llegan personas de todo tipo, no sólo analfabetos. Había ingenieros informáticos que tuvieron que salir por ideas políticas y su religión», explica Campos, agente de la Comisaría de la Policía Nacional de Benidorm. Era el encargado de entrevistarse con cada uno de ellos para elaborar los informes, determinando si eran aptos o no para ser reubicados en Europa, así como su grado de vulnerabilidad. Apoyado por ocho intérpretes, trataba de diferenciar entre personas que huían por la situación económica, o por las persecuciones ideológicas.

En estas entrevistas había de todo, entre ellos, intentos frustrados de entrar en Europa de personas que habían cometido delitos en sus países de origen. Se hizo experto en la cultura y vida de las nacionalidades de los refugiados con los que trataba, Eritrea, Yemen y Siria, para saber si procedían de los países incluidos en el plan de reubicación.

Calvario para llegar a Italia

La crudeza se ceba con todos, las mujeres y los niños se llevaban la peor parte. Las violaciones están a la orden del día. «Las niñas no se querían acercar a los hombres por todo lo que han vivido y visto», cuenta Campos. En sus encuentros con los refugiados, conoció las atrocidades a las que se enfrentan para pasar de una frontera a otra en su escapada hasta Libia, último país al que llegan antes de embarcar. «A algunos de ellos les roban las pertenencias de toda su vida», explica Campos, quien indica que hay algunas de las mujeres que llegan embarazadas fruto de las violaciones de las que han sido víctima. «Han vivido siempre de una forma que ahora no comprenden lo que son los derechos humanos», indica Campos.

Pero también ha sido testigo de situaciones macabras por parte de los que supuestamente han vivido en países donde imperan los derechos humanos. Fotoperiodistas sin escrúpulos que se aprovechan de la miseria de estas personas. «Hay gente allí que está tratando de llevarse el Pullitzer. Pagan a niños para que se tiren al mar y hagan como que se ahogan», critica Miguel Campos.

Además, su formación y experiencia en Benidorm le sirvió para su tarea en Sicilia, ya que trabajó en Extranjería y llevó investigaciones de trata de seres humanos en Benidorm. Por ello, creó un protocolo para identificar los documentos falsificados en Sicilia, materia en la que es experto.

Su vocación por hacer feliz a los más necesitados le hizo también vivir situaciones límite. Estuvo en cuarentena por un brote de meningitis. «Llegan de las barcas con muchos problemas de salud: tuberculosis, sarna, sida?»

Uno de los días más complicados fue cuando se alzó un motín de los inmigrantes. Se rebelaron contra ellos, viéndose obligado a estar durante un día encerrado en su oficina hasta que llegó la policía. Pero también había lugar para las buenas noticias. Campos asistió al parto del primer bebé refugiado.

La emoción y las lágrimas llegaban cuando por fin les comunicaban que otro país les había acogido para empezar una nueva vida.

Ya en Benidorm, el agente hace un balance positivo de toda su experiencia. «Después de lo que he visto y oído, me quedaré para siempre con la satisfacción de hacer posible que estas personas estén viviendo en países con todos los derechos».

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