Un emblemático chalé ubicado en la primera línea de la playa de Levante de Benidorm, que en su día fue propiedad de José Martínez Alejos, vuelve a tener quien lo habite. Aunque sus nuevos moradores poco o nada tiene que ver con los fastos de cuando era utilizado como residencia de veraneo de quien fuera presidente de la Diputación Provincial de Alicante entre los años 1939 y 1949.

Al menos tres indigentes han roto la cancela trasera y están ocupando irregularmente la vivienda, que es propiedad del Estado y sobre la que pesa desde hace casi dos décadas una orden de derribo. Se encuentra totalmente abandonada, con parte del techo desprendido y sin que la Administración pública está llevando a cabo un mantenimiento mínimo para evitar que todo el edificio acabe viniéndose abajo, afirmaron varios residentes en la zona. Y la cosa no queda ahí. Porque según relató a este diario uno de los moradores, sus «compañeros de piso» le estarían cobrando siete euros por pasar la noche bajo el techo de esta casa con historia.

No en vano, se trata de una de las pocas edificaciones que quedan en pie de los primeros chalés que poblaron la primera línea de Levante, muchos propiedad de turistas madrileños o alcoyanos, cuando en la ciudad comenzaba el «boom» del turismo. En su día, a petición del propio Martínez Alejos, quedó incluida dentro de la franja de dominio público marítimo-terrestre, por lo que su propiedad pasó a manos de Costas y no hay posibilidad de edificar.

Entre los ocupantes de la vivienda se encuentran, al menos, un hombre joven y otros dos de mayor edad, que viven allí desde hace «varios meses», a pesar de que la puerta principal de la fachada está tapiada y la trasera y las ventanas, valladas con rejas. Al parecer, para acceder rompieron la puerta de hierro de la parte posterior, donde han colocado un candado para que no entre nadie al margen de ellos. Además, dispondrían de electricidad y enganche de televisión, entre otros, según aseguraron.

El Ayuntamiento lleva años intentando negociar con Costas una cesión de la finca para evitar su derribo y poder crear en ella un espacio público. Por ahora, las gestiones han sido infructuosas, mientras su degradación va en aumento. En el verano de 2014 se desprendió parte del techo, mientras en el jardín exterior se acumula la maleza y la suciedad, que dañan la imagen de la primera línea.