Una y media de la tarde. Hora punta del aperitivo en los numerosos locales de tapeo que copan el casco antiguo de Benidorm. Sobre todo, si eres turista y estás pasando en la ciudad unos días de vacaciones. Hasta que una imagen empaña lo que podría haberse convertido en un plan perfecto.
Eso es lo que han debido pensar los miles de visitantes que acudieron la pasada Semana Santa a la ciudad turística y los que a lo largo del año, día a día, pasan sus vacaciones aquí cuando observan los seis contenedores soterrados contenedores soterrados de la plaza de la Constitución, en pleno casco antiguo. La acumulación de locales de restauración y de viviendas que depositan allí sus residuos hacen que los depósitos rebosen basura prácticamente a todas horas, con los consiguientes problemas de olores, suciedad e insectos que eso genera. Además, los establecimientos cuyas fachadas dan a la plaza sacan a la calle mesas y sillas que acaban colocando prácticamente pegadas a los cubos. Y eso no es todo. Porque quienes tienen sus viviendas alrededor de este espacio también deben soportar a todas horas, de día y de noche, el ruido que provoca el personal de los locales al verter el vidrio en el contenedor de reciclaje.
En sus ocho años de vida, los soterrados de la plaza de la Constitución no han dejado de generar problemas entre Ayuntamiento, restauradores y vecinos. Ahora, la corporación municipal ha incorporado a los presupuestos de 2016 una enmienda del grupo liberal para destinar 50.000 euros a clausurar estos contenedores y remodelar la plaza, pero surge otra duda: ¿dónde tirarán los afectados la basura si desaparece esta «isla ecológica»?
El gobierno local, del PP, ha encargado a los técnicos de distintos departamentos, como Limpieza Viaria o Medio Ambiente, y de las empresas adjudicatarias de la recogida de residuos y la selectiva, informes para estudiar las posibles alternativas. La solución, según el edil del área, José Ramón González de Zárate, no es fácil. Porque el subsuelo de esta plaza alberga en total seis contenedores de vidrio, cuatro de orgánica, dos de papel y dos de envases. O, dicho de otro modo, tiene capacidad para albergar un gran volumen de basura que, si hubiera que sustituir por contenedores en superficie «acabarían ocupando mucho más espacio y no mejoraría nada la imagen».
El edil reconoce que estos contenedores generan un importante problema de convivencia entre vecinos y bares, a lo que también añade la falta de concienciación ciudadana a la hora de respetar los horarios de sacar la basura. De hecho, según sus datos, en este punto se hacen hasta cuatro rondas de recogida de residuos: a las diez de la mañana, a las cuatro y a las ocho de la tarde y a las dos de la madrugada. Y ni por esas se consigue que la basura no se acumule casi a todas horas. Por ello, afirma que «cuando los técnicos estudien qué posibilidades tenemos, se planteará este asunto al resto de grupos y a los afectados para que sea una decisión consensuada entre todos».
Éstos últimos tienen claro que su objetivo es que los soterrados desaparezcan. Javier del Castillo, responsable de negocios como La Cava Aragonesa, afirma que una ubicación alternativa podría ser la plaza del Torrejó, delante del edificio que alberga la oficina municipal de Turismo. Por su parte, Pepa Orozco, representante de la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo cree que cuando se colocaron estos soterrados «se erró en el sitio» y que «quizás habría sido mejor ponerlos en la acera de enfrente». Además, reclamó al Consistorio más control «para que no se pueda sacar la basura a cualquier hora. No puede ser que desde por la mañana la plaza esté hasta arriba».
