Los días de fallas son intensos para todo festero. Pero este año, tres hogares de Benidorm están viviendo estas celebraciones como si de un auténtico terremoto se tratara. Y tienen motivos de sobra. Porque a lo complicado de peinarse moños y tener siempre dispuestas las faldas, corpiños o aderezos para participar en actos y desfiles, se une la circunstancia de que los máximos cargos festeros de las tres comisiones de la ciudad comparten vínculos familiares directos que hacen de éstas unas fiestas «de auténtica locura».

Tras unos años complicados para la elección de falleras mayores, debido a los recortes que han tenido que hacer muchas familias para sobrellevar la crisis, Els Tolls, Benidorm-Centro y el Rincón de Loix han esquivado este año la falta de una o dos de sus máximas representantes recurriendo al ADN. De hecho, en el primer distrito las dos falleras mayores son madre e hija, mientras que en las otras dos el cabeza de familia ejerce de presidente y su hija luce la banda de fallera mayor. Y no son los únicos. Porque la presidenta de la Junta Local Fallera, Karol Bluck, también tiene a su hija, Helena García Bluck como fallera mayor infantil de Benidorm. Todo queda en casa.

«Son unos días de auténtica locura. En casa somos seis para vestirnos, pero la protagonista, como no podía ser de otra forma, es mi hija», explica Javier Rico, el presidente del Rincón de Loix, al referirse a Tania, su descendiente y que ostenta el máximo cargo de esta comisión. «Una hora antes de empezar a arreglarnos, mi mujer se encarga de organizar todo lo que necesita Tania», que por tradición familiar vive las fiestas de San José «de toda la vida» y fue también fallera mayor infantil hace una década.

Lo mismo les ocurre a Juan Carlos y Clara Scapussio, que además de padre e hija son presidente y fallera mayor de Benidorm-Centro. «En casa vivimos un jaleo total estos días, pero es un año especial para todos y se compensa con creces», comenta Graciela Rico, mujer y madre de ambos y a quien se suma su hijo Rodrigo, que también es componente activo de esta comisión. «Así que este año, para poder llegar a todo, he sido yo la que se ha quedado sin vestir», agrega Gabriela. En 2010 Clara fue fallera mayor infantil junto a su hermana gemela, Paula, que ahora ya no se viste con el traje regional. Por eso, desde la familia afirman que ya están acostumbrados a tener cargos «a pares», lo que hace que los nervios se vivan de una forma más llevadera.

En el caso de Els Tolls, su fallera mayor también tiene un máster en el mundo de las fallas. De hecho, no es la primera vez que Inma Mateu ostenta el reinado de su comisión, pero sí que lo comparte con su hija, María Pilar Arroyo. «Yo ya fui fallera mayor en su día, así que ni me planteaba repetir. Pero estaba ya muy avanzado el ejercicio y no teníamos a ninguna chica que quisiera el cargo. La gente de la falla me estuvo animando y, mira, al final me lancé al ruedo por mi niña», explica esta festera. Para tener manos que la ayuden estos días, la familia se ha trasladado a casa de los abuelos Mateu Cardona, donde tienen una habitación entera para colgar trajes, mantillas, enaguas... Además, un miembro de su comisión se ha ofrecido a peinarlas durante los días de fiestas, pero, aún así, «necesitamos por lo menos tres horas para prepararnos antes de salir de casa», explican.

Pese a que todos expresan que los preparativos se viven «con muchísimo estrés», otro punto en el que convergen es en que «merece la pena». «Yo ya estaba cansado después de tres años al pie del cañón en la comisión, pero cuando elegimos a mi hija como fallera mayor, ni me pensé dos veces el repetir», indica Javier Rico. Para Mateu, lo más importante de estas fallas 2016 es «que mi hija haya disfrutado. Yo ya tuve mi momento y este año he estado volcada en ella al cien por cien».