Esquina de la Avenida de Foietes con la calle Atocha. Dos puertas de hotel cercanas. 10 de la mañana. Comienza el juego. Un grupo de «manteras» ejecutan su estrategia, perfectamente planificada, para evitar los controles de la Policía Local. Un par de ellas, sin despegar la oreja del móvil, indican a los conductores de los autobuses con los que trabajan dónde hay zonas limpias de agentes para recoger a los clientes que han captado. Tienen que ser rápidas, ya que no dispondrán de más de tres minutos para cargar antes de que llegue una patrulla y proceda a la inspección y, si encuentran alguna irregularidad en el vehículo, aplique una sanción al conductor de entre 600 y 3.000 euros. En las últimas semanas la Policía Local ha sancionado a medio centenar de autobuses y a cerca de 70 «manteros», en una campaña de hostigamiento contra este tipo de negocio que inició hace tres semanas la concejalía de Seguridad de Benidorm.
Volvemos al campo de juego. Otro grupo de captadoras, con las publicidades de las excursiones escondidas en el bolso, dedican un par de piropos a unos cuantos jubilados que salen de un hotel cercano con el fin de convertirlos en clientes. Un tercer dispositivo de dos o tres «manteras», en colaboración con los dos ya descritos, lleva de un lado para otro a una decena de turistas que quieren disfrutar de una de estas rutas gratuitas y que, por lo que dicen, no parece importarles que el objetivo final sea tratar de venderles un producto en una nave situada en las afueras del municipio u otro pueblo cercano. De hecho, varios de ellos muestran connivencia total con los captadores e incluso les alertan de si viene algún policía para disolver la operación y que todo el mundo comience a hacerse el despistado de manera descarada. «¡Nena, nena, para que vienen por allí!», le grita una señora a una de las «manteras».
Esta escena, de la que fue testigo este diario, se repite cada día en varios puntos de Benidorm. En la capital turística de la Costa Blanca, según los datos que maneja el área de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento, trabajan cada día más de 60 «manteros» y esta cifra llega a 80 ó 90 en temporada alta. Un empleo perseguido, ya que en Benidorm está prohibida la captación de clientes en la vía pública, a pesar de que lleva más de 30 años ejerciéndose y poniendo de los nervios al sector comercial y hotelero, que lo tildan de «competencia desleal», dado que los empleados no están dados de alta y el grueso del negocio se realiza en «b». Junto a ellos trabajan entre 20 y 30 autobuses, que manejan 4 ó 5 empresarios de la zona. Varios de ellos combinan su negocio de excursiones comerciales con otros tanto en el sector hotelero como en el del ocio nocturno. La mayoría de sus nombres no son secretos entre los responsables políticos que persiguen esta práctica. Sin embargo, no parecen terminar de encontrar una solución para atajarla.
El Consistorio comenzó a mediados de febrero una lucha intensiva contra esta oferta turística tan polémica en Benidorm. Alrededor de diez policías locales se dedican cada día a realizar inspecciones en los autobuses en los que se realizan estas excursiones. «Lo ilegal de todo esto es que se capte a la gente en la vía pública pero multando a los "manteros" no conseguimos nada, ya que la mayoría son insolventes. Inspeccionando los autobuses conseguimos llegar a los empresarios que manejan el negocio, puesto que tienen que llevar su dirección en la hoja de ruta. Si carecen de ella -muchas veces ponen el DNI de gente sin dinero- sancionamos al conductor del autobús», explican desde Seguridad Ciudadana.
Fuentes de esta concejalía matizan que, desde diciembre, se han reducido las multas a los captadores de turistas de 1.200 a 300 euros y se han incrementado las sanciones a los empresarios a 1.500 euros.
