«La ley nos burla y el Estado oprime y sangra al productor; nos da derechos irrisorios, no hay deberes del señor». La letra de La Internacional suena en Casa Pinet desde 1974, cuando abrió por primera vez el restaurante en Tárbena. En los últimos estoques de la época franquista se erigió el santuario de la izquierda en la pequeña localidad de la Marina Baixa. Su artífice, Jeroni Moncho «Pinet», y su mujer Anita, llevan al frente del negocio desde entonces, aunque hace tres años que se jubilaron y pasaron sus conocimientos a su hijo y su nuera. Ahora, todos se enfrentan al desahucio del local.

«Cuando comenzamos no había tantas banderas y carteles», recuerda Pinet, en alusión a su valentía de abrir un restaurante como el suyo un año antes de la muerte del dictador Francisco Franco. Y es que, ahora, la fachada del local no deja indiferente a nadie. Hasta los colores de las cortinas de macarrón simbolizan la bandera republicana.

El interior, además, es un museo de la causa obrera y de sí mismo. Carteles del Che Guevara, de Dolores Ibárruri o una pintura dedicada por Rafael Alberti decoran la estancia. Varias fotografías recuerdan momentos vividos en el restaurante. Como la visita de Santiago Carrillo, siendo secretario general del Partido Comunista, que sí, también probó la paella de Casa Pinet. «Nos dijeron hasta dónde se tenían que sentar en el restaurante los agentes y la seguridad privada que llevaba», recuerda Jeroni Moncho «Pinet», nieto de uno de los últimos bandoleros de la zona, José Martorell Llorca (Pinet).

Como Carrillo, también han acudido personas reconocidas en todos los ámbitos, como la pintura o el ejército, tanto nacional como internacional. Allí han comido el poeta Ernesto Cardenal, el pintor y escultor Saülo Mercader o el primer ministro de Noruega, Jens Stoltenberg. Además de Pedro Zaragoza, quien fuera alcalde de Benidorm entre 1950 y 1967, «era más republicano que nadie», dijo Pinet entre risas.

De sus paredes y vitrinas cuelgan numerosos premios a su cocina, especializada en la zona. «Esta medalla -de Radio Turismo- me la dieron en Madrid. Hay cocineros que se la ponen mientras están en el restaurante y sirven sus platos. Pero yo no, ¿sabes lo que pesa eso?», aclaró Pinet.

La fama se la ganó después de mucha carretera. «En los primeros años era complicado atraer a la gente hasta aquí. Fui con mi furgoneta colocando la carta del restaurante en el camino hacia Tárbena para que se pudiera ver desde el coche, y luego pinté el nombre en las piedras», indicó Pinet.

Siguen con las tradiciones después de 42 años: cada vez que se sirve una paella, suena La Internacional. «Alguna vez me han dicho que por qué no ponía el Cara al Sol, pero mira, les digo que bastante la he tenido que cantar en el colegio cuando era pequeño, y encima no tenía mano que levantar», manifestó Pinet riéndose, quien perdió parte del brazo derecho de niño.

Preguntado por la situación de la política actual, Pinet y su hijo enseñan la «Fuente de la Democracia», de la que no cae ni gota.