«Me da cosa ir por la calle porque la gente conocida no deja de pedirme explicaciones sobre por qué he cerrado la panadería. «¡Vaya valor Pedro!», me dicen cuando me ven», narra el repostero Pedro Pérez, que el pasado domingo decidió poner fin a más de cuatro décadas de historia de la panadería-pastelería Virgen del Sufragio.

El domingo de fiestas de 1973 abría sus puertas este negocio ubicado en las esquina de la calle Tomás Ortuño con Apolo XI. Cuarenta y dos años después, este maestro de la repostería en la Marina Baixa, ha decidido bajar la persiana de su establecimiento definitivamente por dos razones fundamentales. La primera, porque ninguno de sus tres hijos se decantó por este oficio y tanto él como su mujer quieren disfrutar de la jubilación. La segunda tiene que ver con el momento que ha seleccionado para poner el punto y final: el pasado domingo.

«Soy un gran devoto de la Virgen del Sufragio y desde que abrí la panadería-pastelería nunca he podido ir a la procesión de la patrona, ya que siempre me tocaba estar aquí trabajando con mi mujer. Empezábamos el jueves antes del fin de semana de fiestas y no parábamos hasta el miércoles. Tenemos ganas de disfrutarlas como dios manda», argumenta Pedro Pérez, a la vez que recuerda que su madre, también muy fiel a la Virgen del Sufragio, fue la que bautizó este reconocido horno de Benidorm, con cuyo cierre se pierde el sabor de suculentos dulces y empanadas típicas de la zona.

Este repostero, que todavía no ha encontrado a nadie que haga las cocas farcidas como él, reseña que sus compañeros de gremio no le dejan desvincularse del oficio totalmente. «Ya le he dicho a dos panaderías cómo tienen que elaborar el bollo de San Blas y la semana que viene tengo que ir a la Vila Joiosa a hacerle a un compañero los sequillos de anís. En el CdT de Benidorm, centro con el que he estado vinculado en multitud de ocasiones, ya me han dicho que en Navidad cuentan conmigo para explicarles a los estudiantes la receta de las monas y los pastissos de boniato. Entre una cosa y otra, no voy a poder parar», bromea Pedro Pérez, que en el fondo no quiere que se pierda la tradición repostera que él ha mantenido y enriquecido durante tantos años. «Aquí siempre hemos cuidado mucho el producto. La gente venía y se encontraba las empanadillas de atún y tomate recién horneadas», destaca.

Al echar la vista atrás se le vienen a la mente multitud de anécdotas acontecidas en su establecimiento, como cuando su hijo mayor, «el más goloso», se escondía en uno de los armarios para comerse unas ensaimadas.

También rememora varios de los clientes conocidos que han pasado por su negocio, «como Manolo Escobar, que era un auténtico fan de mi coca farcida, o Norma Duval, que muchos veranos que pasaba en Benidorm, se dejaba caer por Virgen del Sufragio para comprar un buen surtido de pastas», indica.

Sin duda, este cierre deja un enorme hueco en el tejido comercial de Benidorm y, sobre todo, en el estómago de más de uno.