Callosa d'en Sarrià despidió ayer los Moros y Cristianos, la fiesta más grande de la localidad y con una historia centenaria. La jornada estuvo marcada por la lluvia, que quiso quitarle protagonismo a los actos, cuyo plato fuerte era la procesión y la embajada cristiana. Ambas tuvieron que ser trasladadas al interior de la iglesia. Los actos arrancaron bien comenzada la mañana con el último pasacalles de «dolçaina y tabalet», con los primeros rayos de sol que se asomaban tímidamente en la localidad. Unos minutos más tarde, los festeros más madrugadores desayunaban juntos en la plaza de España por última vez en estas fiestas de 2015.

A mediodía tuvo lugar el concurso del baile cristiano, único y singular de la localidad. Las gotas empezaron a caer al final del acto.

Tras el descanso de los festeros, llegó el momento del tiroteo, que fue uno de los acontecimientos que se suspendieron por la lluvia. Así que alrededor de las 18 horas comenzó la embajada cristiana, en el que sus protagonistas de ayer cambiaron los papeles y de lugar, puesto que se trasladaron al interior de la iglesia. En este caso defendía a su pueblo el embajador moro, Cristian Sánchez. Mientras que el cristiano, Miguel A. Sanchis, emocionado quiso retomar el gobierno del castillo, y así fue.

Ya entrada la noche, Callosa volvió a mostrar su fe y devoción por la Mare de Déu de les Injúries, conocida como la Verge del Remei. La tradición no pudo cumplirse del todo, con la salida de la imagen por las puertas de la iglesia ya que se hizo en el interior. El ángel, cuyo papel interpretó este año la niña Paula Cortés, fue la encargada de dar súplica a la Virgen. En ella se dieron cita todos los festeros hasta el año que viene.