Sin bañistas, sin tráfico y sin hotel. Aunque parezca increíble que esto pueda ocurrir en algún metro cuadrado de Benidorm, así estaba ayer por la mañana la zona del siniestro, un día después de que un incendio arrasara con la primera planta del edificio que albergaba el hotel Selomar desde principios de los años 70 hasta 2007. El Ayuntamiento mantuvo durante el lunes el perímetro de seguridad reclamado por los bomberos, a la espera de los informes técnicos que aconsejaran abrir la zona o acotar una más pequeña tras el fuego que obligó a desalojar a 75 personas el domingo.
Y es que durante el día de ayer se mantuvo cerrada al tráfico la parte de la avenida Mare de Déu del Sofratge, justo los metros que ocupa el edificio, así como los de la playa que lindan con ésta área, eso sí, hasta el mediodía, momento en el que permitieron a los bañistas colocar sus toallas. No obstante, antes, una estrecha zona se salvaba de las restricciones para transitar por el Paseo de Levante, entre la arena y los metros de ancho de la avenida cerrada.
Según explicó a este diario la edil de Urbanismo y Vivienda, Lourdes Caselles, estas medidas de seguridad son preventivas por el riesgo de que haya desprendimientos, sobre todo, porque de uno de los balcones de la primera planta en la que actuaron los bomberos ayer cuelga un cristal que, de caer, lo haría en la calle. Asimismo, avanzó que durante la mañana de hoy se sabrían las reclamaciones que se realizarán a los propietarios del edificio, la familia Almodóbar Barceló, entre los que se encuentra el senador del Partido Popular Agustín Almodóbar. Y es que, según explicó Caselles, había que esperar unas 48 horas tras el incendio porque la estructura en estos casos suele estar caliente.
En cuanto a la autoría y las causas del incendio, todo está aún por aclarar y no hay detenidos. Es más, fuentes cercanas a la investigación reconocieron ayer a este diario que «tiene pinta de que pasará bastante tiempo hasta que se llegue a una conclusión». Además, detallaron que de los tres chicos que había en el momento del fuego, una mujer y dos varones, sólo uno era habitual en el edificio «y ya se le había desalojado alguna vez por pernoctar ahí», mientras que los otros dos presuponen que eran unos amigos que estaban allí de paso.
Tras prestar declaración no se llegó a la conclusión de que hubieran sido ellos los autores y en la actualidad el caso está en manos de la policía judicial y científica.
Crítica vecinal
Algunos vecinos aseguran que muchas fueron las ocasiones en las que la última semana llamaron a la Policía porque eran conscientes de que había okupas en las instalaciones. Algunos de ellos, cuyos balcones dan a la parte trasera, por el miedo que tenían a que se les colaran a través de las ventanas, puesto que en este caso es más fácil el acceso de una vivienda a otra. Es más, en la última semana ya habían detectado olor a humo, según detallaron varios vecinos a este diario.
