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Una oda a la solidaridad para Uganda

La ONG Rafiki África recauda fondos para construir una escuela en Kawboya

Los niños se desplazan hasta 10 kilómetros para estudiar. INFORMACIÓN

El párroco de Relleu y Orxeta, Juan Bechmans, llegó a España en 1998 procedente de África, su continente de origen. Diez años más tarde, en 2008, intentó volver al lugar que le vio nacer pero no pudo entrar y se vio obligado a desplazarse hasta Uganda, un país fronterizo. Un cambio de rumbo que le permitió descubrir las necesidades de la población del distrito ugandés de Sembabule. «Es una zona muy pobre donde hay muchos inmigrantes de otras regiones y refugiados que van allí porque todavía hay hierba para cultivar», relata Bechmans.

De esta inesperada travesía surgió la idea de crear la ONG alicantina Rafiki África, fundada en septiembre de 2009 por el cura congolés, un año después de su trascendental viaje. El colectivo centra su labor a ayudar a los miles de refugiados centroafricanos procedentes de Ruanda, que huyeron a Uganda tras el genocidio ruandés sufrido entre 1990 y 2005.

Lo que comenzó en un viaje en 2008 ha terminado convirtiéndose en un gran proyecto que pretende solucionar los problemas de escolarización de los niños y adultos, así como el sustento de agua potable, en las regiones de Sembabule y Kawboya, en el corazón de Uganda. De esta forma, el cura congolés envía solidaridad a su continente natal e involucra en la iniciativa a los residentes Relleu y Orxeta, localidades en las que lleva repartiendo fe desde hace 13 años.

El último de los logros de la asociación ha sido recaudar más de 25.000 euros para la construcción de una escuela en la localidad ugandesa de Kabwoya, aunque todavía necesitan 75.000 euros más para financiar el proyecto que está previsto que comience en febrero, cuando las precipitaciones son escasas en esa zona, siempre y cuando consigan fondos.

Las inversiones para este proyecto se han obtenido gracias a las donaciones de 20.000 euros realizados por dos empresas alicantinas, así como por la celebración de la primera Fiesta Solidaria Rafiki en la Marina Baixa mediante la que consiguieron recaudar 6.000 euros por las donativos directos de particulares. «Estoy muy animado, con ganas de seguir trabajando para que el proyecto siga adelante; cualquier aportación es bienvenida», celebra Bechmans.

El proyecto

El centro educativo de Kabwoya, trazado por el arquitecto vilero Ángel Lloret, tendrá capacidad para 400 niños, aunque también se prevé darle un segundo uso como escuela para adultos. Así, la construcción dispondrán de comedor, once aulas, biblioteca, sala de profesores, cocina, instalaciones deportivas, huerto y letrinas.

De esta forma, la ONG alicantina pretende proporcionar educación a los niños de Kabwoya y las poblaciones vecinas. Juan Bechmans, artífice de la asociación, destaca que, actualmente, «los niños recorren hasta 10 kilómetros para acudir a la escuela, una pequeña chabola que cuenta con pocos bancos para los estudiantes». Allí se congregan 100 alumnos por la mañana y otros 100 por la tarde y, según señala Bechmans, «no acuden muy animados por las condiciones en las que estudian».

El proyecto de construcción comenzará cuando dispongan de la mitad del dinero que cuesta la instalación, así se podrá construir la mitad de la escuela, incluidas algunas de las aulas. «De esta forma la gente se anima más a hacer donaciones porque ven lo que estás haciendo», comenta Bechmans.

No es el primer proyecto llevado a cabo por la ONG Rafiki África en Uganda. Y es que, en un viaje que el cura realizó junto con un sacerdote de Finestrat y una psicóloga de Benidorm, observó la carencia de agua potable apta para el consumo, una de las mayores fuentes de enfermedades. «Son charcos, no es agua corriente, ni de un río», denuncia Juan Bechmans. Por esta razón, la organización ha financiado la construcción de dos pozos en Sembabule. Asimismo, Rafiki África edificó en 2013 una escuela que da educación a más de 200 niños. Los menores, que antes estudiaban debajo de un árbol, ahora cuenta con unas instalaciones con tres aulas. Cercana a ellas se encuentra uno de los pozos mediante los que recogen el agua de lluvia y que da sustento a más de 1.500 personas.

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