Nada le hacía presagiar a Juan Bechmans su presente cuando llegó a España como misionero hace 17 años. Él es un párroco peculiar, de origen congolés, que fue destinado a la parroquia de Almudena de Benidorm cuando tan sólo llevaba 3 meses aprendiendo español. No obstante, Bechmans convertía sus carencias con el idioma en su virtud haciendo uso del humor y con una sonrisa, al igual que continúa haciendo ahora. «Sigo perfeccionando el español, es complicado porque lo mezclo con otras lenguas», explica el párroco Paco Bechmans. Más tarde, llegaría a las parroquias de Relleu y Orxeta, donde lleva más de 13 años como cura. «Al principio los feligreses estaban sorprendidos pero no era rechazo sino curiosidad; estaban preocupados de que no me sintiese agusto con ellos», relata. Sin embargo, el párroco recuerda anécdotas como que, en una de sus primeras misas, un niño se asustó cuando se desplazó para leer el evangelio y gritó «¡Mamá. el chocolate se mueve!».
