De momento, lo único que puede hacer el Ayuntamiento con este mercadillo-rastro es aumentar su nivel de exigencia. La edil de Aperturas, Lourdes Caselles, lo definió como «rastro» y en él acotarán los productos que se podrán vender: 30% de antigüedades, 20% de objetos usados, 20% de oportunidades, 20% de artesanía y 10% de otros. Además, se va a exigir a la empresa «que deje varios puestos al Consistorio para que los puedan utilizar las asociaciones benéficas de Benidorm». Caselles manifestó que limitarán su apertura a cuatro días durante la semana. El portavoz del gobierno, José Ramón González de Zárate, recordó que la licencia ambiental que le van a dar a este rastro -fundamental para su puesta en marcha- será en precario y por un periodo de 10 años. «Si el sector en el que se ubica, en algún momento, se desarrolla, dejaría de funcionar y la empresa tendría que encargarse de demoler toda la obra», detalló. También indicó que, en un primer momento, el proyecto contemplaba que el mercadillo ocupara parte de Armanello pero, finalmente, se obligó a los empresarios a que realizaran una modificación para que se ciñera al sector APR3, ubicado junto a la zona de Discotecas de Benidorm.