Guadalest es más que conocido por su agitada vida turística. Es uno de los municipios más visitados de toda España y no teme convertirse en un pueblo abandonado u olvidado. Pero le faltan niños. En concreto uno, para que la escuela de Infantil y Primaria de la localidad pueda abrir sus puertas el próximo curso 2015-2016.

De ello depende que Guadalest conserve su único colegio -quizá el centro educativo con mejores vistas de la provincia y casi un siglo de historia- en el que sólo se han matriculado hasta la fecha 4 niños de edades comprendidas entre los 3 y los 9 años. Si no encuentran ese quinto compañero de clase antes de que empiece el nuevo curso, tendrán que desplazarse hasta los colegios de La Nucía, Callosa d'en Sarrià o Benimantell.

Según indicó el alcalde a este diario, el popular Enrique Ponsoda, esto se debe a que «el ratio mínimo que exige la normativa en la Comunidad Valenciana es de 5 niños para poder mantener un aula abierta». Y el problema en este caso es que de los 6 que eran el curso anterior, 4 terminaron Primaria y pasan a institutos de otras localidades vecinas, con compañeros de su misma edad y en un aula mucho más poblada.

«Me gustaría decirle a mi hermano pequeño que no llega al año: en esa silla que te sientas tú, me senté yo hace 4 años», anhelaba ayer Cristina Florit. Ella es una de los 4 alumnos que en septiembre empezarán 1º de la ESO. Pero está orgullosa de su paso por esta pequeña escuela que cuenta con sala de informática, un aula de Infantil, otra de Primaria y un pequeño despacho para el maestro y director.

«Va a ser un cambio, pero me siento preparada», añade Cristina, una espabilada y cariñosa niña de 12 años que veía a sus antiguos compañeros de menor edad como a sus «hermanos pequeños».

Ayer, justo un día antes del comienzo de las fiestas en el municipio, un grupo de vecinos se reunió en torno a esta escuela para mostrarla con orgullo y reivindicar su pervivencia. «Por aquí hemos pasado todos los del pueblo», comentaban entre ellos. «Y en ocasiones hasta padres e hijos con la misma maestra», recordaban. Ese es el caso de Teresa Ramírez, la concejal de Educación de Guadalest, ex alumna y defensora de esta escuela rural. «Un pueblo puede tener mucho turismo, pero le quitas el colegio y le quitas la vida. Es el alma del pueblo». En ese mismo corrillo de vecinos, una voz destacaba sobre el resto. Era la de María Solbes, madre de Valeria, la pequeña de 3 años que espera ilusionada que llegue septiembre para empezar el cole de su municipio, Guadalest. María es la verdadera impulsora de una improvisada búsqueda para sumar un nuevo alumno y salvar así la escuela. El pasado viernes escribió una carta al director en este diario, titulada «SOS Escuela de Guadalest» para hacer una llamada de socorro por la pervivencia de este centro con «más de 100 años de historia».

Tras su publicación, consiguieron una matrícula más, pero ahora les sigue faltando un quinto niño para completar el cupo. Ella también es maestra y este año impartirá clases en la vecina Callosa d'en Sarrià, pero defiende con ahínco la escuela unitaria en la que ella misma se educó. «Podría llevar a mi hija conmigo, no tendría problema, pero no me gustaría quitarle la posibilidad de estudiar en una escuela rural como ésta», añadía al tiempo que valoraba la calidad de una educación «más individualizada y personal».

Para animar a los futuros alumnos, el Ayuntamiento de El Castell de Guadalest se ha comprometido a ayudar a las familias que empadronen a sus hijos y asistan al colegio con rebajas en el pago de varias tasas municipales como el agua, la basura o el IBI. Y tampoco tendrán que pagar los libros de texto. Todo lo posible para que, como defiende María, «el ciclo de esta escuela no llegue a su fin».