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Aprender a sumar con piedras

Un colegio de infantil de Altea utiliza un método de aprendizaje alternativo cuya aula es la naturaleza

Aprender a sumar con piedras

En medio de la naturaleza, en el campo y entre árboles frutales. Así es como pasan la mayor parte de su tiempo escolar los niños de Infantil del colegio Itaca International School, ubicado a escasos metros de la Ermita de San Roque de Altea y regulado por las normas del consulado británico. Un aprendizaje alternativo que pone en valor la naturaleza y que está organizado por proyectos en lugar de asignaturas. Poco a poco, este método se va haciendo hueco en el sistema educativo europeo y ganando adeptos entre los padres. Tanto es así, que el curso que viene, esta escuela, tiene previsto incluir educación Primaria por primera vez en España.

Hace tan solo tres años que comenzó esta andadura una cooperativa educativa en la que los fundadores fueron los padres de los alumnos. En la actualidad tienen 10 escolares a su cargo. Cuidan de ellos dos maestras, aunque el ratio por profesor que impone para este tipo de escuelas el consulado británico son 10 niños. Este factor permite tener una atención más individual sobre cada uno de ellos. Este es el caso de Isabel Miralles, antes docente de un colegio tradicional que se dio cuenta, sobre todo al ser madre, que la mejor manera de educarles era rompiendo con el actual sistema educativo español, dándole más peso a los valores naturales y la experiencia en primera persona de los pequeños.

El entorno en el que se encuentra, rodeado de montañas, el río del Algar y la playa, ayuda a que este tipo de colegios puedan asentarse. El centro tiene un pequeño edificio, pero la zona más grande es la explanada de árboles, tierra y huerto que le rodean. Según explica Miralles, cada día dan la bienvenida a los niños y comienzan la ronda: se sientan formando un círculo en la tierra y se «sintonizan» explicando cómo se encuentran, leen cuentos, rimas o cantan canciones. Después de esto pasan al almuerzo y tras él comienza el itinerario marcado para ese día. En cada lugar al que van preparan un taller con los materiales que van a buscar y aprender. Siempre yendo a espacios no más lejos de 15 minutos en coche.

Miralles defiende este sistema frente a los tradicionales: «De esta manera estamos potenciando la investigación, el lenguaje, la ciencia, no tenemos asignaturas como tal, está todo integrado en el taller. Aprenden artesanía haciendo los productos ellos mismos, pero también vamos a bibliotecas, escriben en cuadernos y hacemos excursiones a industrias», manifiesta la profesora mientras, junto a los pequeños, cosen una tela con agujas hechas de bambú. Un ejemplo de este tipo de enseñanzas que imparten siempre al aire libre.

Además, son conscientes ellos mismos del cambio de las estaciones, con la caída de las hojas, las lluvias (para la que tienen preparados los chubasqueros), el viento, los alimentos del huerto, etc. Aprenden desde pequeños a reciclar y dan clases de gestión emocional. Asimismo, se trata de una escuela bilingüe bajo la certificación del British Council.

Para el curso que viene tienen la intención de acoger niños de hasta 11 años y trasladarse a Benidorm, en una parcela en la avenida L'Almirall Bernat de Sarrià. Un proyecto que está a la espera de que la Conselleria les otorgue la Declaración de Interés Comunitario. La petición la realizaron en mayo y si llega a tiempo la aprobación, que suele durar unos tres meses, contarían con el nuevo espacio en la localidad benidormense, puesto que el Ayuntamiento ha aceptado su petición, según ha confirmado a este diario el todavía edil de Educación y Urbanismo, Rubén Martínez. Si no llega este «ok» aseguran que tienen un local en una zona más urbana, que está cerca de un área de campo, y se irían allí a la espera del beneplácito de Valencia. Sí o sí se desplazarán a Benidorm.

Con los niños de Primaria, en los que los aprendizajes empiezan a ser más consistentes, utilizarían la mitad del tiempo en la naturaleza y la otra en el aula. «Los pequeños también pueden aprender matemáticas contando con palos o piedras, la enseñanza no está reñida con la diversión. Es más, hay estudios que demuestran que, a pesar de lo que pueda parecer, aumenta la concentración de los niños», zanjaba la maestra Isabel Miralles.

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