Un grupo de medio centenar de vecinos del centro urbano de Altea llevan mostrando más de nueves meses al Ayuntamiento su malestar y preocupación por la conversión del parque ubicado entre el Centro de Atención a los Mayores de Altea (CEAM) y la vía del tren en una zona de esparcimiento de perros.

Según la representante vecinal Leonor Balbuena «hemos presentado ante el Registro General del Ayuntamiento cuatro escritos (el último fue el 30 de marzo) solicitando que cambien a otro lugar la zona de esparcimiento para los perros», pues lo que era una zona verde «se ha convertido en un problema de salud pública, tanto por los ruidos de los ladridos de los perros como por los focos de suciedad con pulgas y garrapatas, además de los malos olores de los orines y las cacas». Para los vecinos, el parque «debería de ser para disfrute de los niños, que no tienen muchos sitios donde jugar».

Sin embargo, desde que acuden los perros, según los vecinos, «los árboles empiezan a secarse por los orines y el césped ha desaparecido». Ellos han pedido «por activa y por pasiva a los concejales que están gobernando que busquen una solución». «No estamos en contra de los perros, pero habría que buscar otro espacio donde no se molestase a los vecinos con una continua serenata de ladridos», apostillan.