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Las gaviotas atacan en la isla de Benidorm

Varios turistas han sufrido picotazos o golpes de las aves en el paraje natural durante el último mes

Un turista graba un vídeo para sus hijos en la isla de Benidorm. Como si fuera Frank de la Jungla, retrata con su cámara digital cómo una gaviota se levanta de su nido y deja ver sus huevos. «Mira Trini, qué bonitos los huevos de este pajarito», le comenta este hombre a su señora mientras presiona el botón de zoom hacia los futuros polluelos. De repente, la imagen de este documento gráfico sufre un brutal zarandeo y se escucha un grito. Fundido en negro.

La razón de este espasmódico movimiento de cámara y tajante desenlace de la secuencia, no es otra que el ataque del padre del grupo de gaviotas, que al entender como peligrosa la actitud del «cameraman» hacia sus hijos, se ha lanzado como un F-16 a por él. Por suerte, el turista sólo se ha llevado de recuerdo un golpe leve, algún rasguño y la lección de que no hay que tocar demasiado los «huevos», ni siquiera observar de cerca, de las gaviotas patiamarillas, una especie que no deja de aumentar en la también conocida como isla de los periodistas.

La anécdota es verídica y la recuerda perfectamente el guarda medioambiental del Ayuntamiento de Benidorm, Juanjo Mascarell. Pero también asegura que no es la única. En un mes pueden producirse más de diez agresiones de este tipo de aves en el paraje natural situado frente a la línea de costa benidormense. Mascarell explica que el censo de patiamarillas no ha dejado de crecer en los últimos años. Este hecho y estos ataques -destaca- pone de los nervios a algunos benidormenses con intereses en la isla, como a los propietarios del restaurante ubicado en la misma. También asegura que hay quien ha intentado chafar los huevos o sustituirlos por otros de mentira para reducir la reproducción, pero los esfuerzos son en balde. «El tema está en que los pescadores que salen a faenar en nuestras costas no dejan de tirar los restos que no les valen al mar y, claro, para estas aves, esa práctica se convierte en un auténtico buffet. Si las tenemos tan bien alimentadas, ¿cómo queremos que abandonen la isla?», argumenta el guarda medioambiental, a la vez que añade que además del aumento de población, hay que contar con otro factor. «Durante mayo y junio se encuentran en época de cría y, en ese momento, ante cualquier peligro que vislumbren, se vuelven más agresivas. El problema también es que, a pesar de que hay señalizaciones que advierten del peligro, los turistas son un poco inconscientes y tienden a acercarse. En ese momento del año, cualquier aproximación es recibida con un encaramiento del animal que puede derivar en el regalo de un excremento sobre la cabeza del visitante o en un picotazo que, aunque es bastante suave, al dirigirse hacia el cuero cabelludo, puede provocar una pequeña herida», describe Juanjo Mascarell. Actualmente, según fuentes municipales, se encuentra cortada una senda que hay para recorrer la isla con el fin de evitar estos incidentes. Asimismo, el guarda medioambiental ofrece recomendaciones a la gente como llevar la mano siempre arriba cuando pasan cerca de dichas aves, «ya que en el caso de atacar, siempre van a por el punto más alto de la persona», matiza.

Auténticas «buscavidas»

El guarda medioambiental de Benidorm manifiesta que, hace algunos años, trataron de introducir una nueva especie de gaviota en «semicautividad» en esta isla, denominada Audouin. «El problema que tenían es que, haciendo un paralelismo con las personas, eran como un parado que está esperando en el sofá que le llamen para un trabajo. Es decir, no se buscaban la vida para comer. En cambio, las patiamarillas son auténticas supervivientes. Si los barcos no salen a faenar y no tienen pescado, saben dónde están los vertederos o a qué hora pueden ir a recoger los restos de bocadillos en los colegios de Benidorm. De ahí que no deje de crecer su población, aunque el problema, aunque suene a tópico, es global», detalla. La solución, según Mascarell, no es a corto plazo. En su opinión habría que hacer una campaña de concienciación durante todo el año, «sobre todo a los pescadores cuando descartan el producto tirándolo al mar».

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