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¿Benidorm o Ámsterdam?

Asociaciones de la ciudad quieren abrir otros dos nuevos clubes de fumadores de cannabis

El Centro Cultural La Casa de Marley abrió sus puertas a principios de año en Benidorm. JOSÉ ÁNGEL FLORES

«The one cannabis club» y «Asociación Star Gate Marina Baixa» son lo dos nombres de los nuevos clubs de fumadores de marihuana que se quieren constituir en Benidorm. Dos asociaciones han presentado en el Ayuntamiento un certificado de compatibilidad urbanística en el departamento de Aperturas para poder ponerlos en marcha. El primero pretende instalarse en un local de la calle Florida como centro cultural privado mientras que el segundo quiere hacer lo propio en la partida Almafrà como club social privado.

Según fuentes municipales, el equipo de gobierno ve con buenos ojos estas actividades, destacando que «Benidorm siempre se ha destacado por ser un ciudad europea abierta sin tabúes de ningún tipo», precisan. Como experiencia tienen la del Centro Cultural La Casa de Marley, que abrió a principios de año en la calle Marqués de Comillas. El balance que hace el Consistorio de su corto periodo de funcionamiento es que ha sido positivo, «ya que no hemos recibido quejas ni han ocasionado ningún tipo de problema a los vecinos de la zona», explican.

Desde el Ayuntamiento dejan claro que es una asociación privada que sólo admite socios y que ya en localidades como Barcelona este tipo de actividades están muy implantadas y funcionan con normalidad. Lo que sí quieren subrayar estas fuentes municipales es que «el hecho de que se instalen estos clubs de consumidores de marihuana, regulados por ley, no quiere decir que el Consistorio no se sea escrupuloso a la hora de colaborar con las autoridades policiales en las tareas de prevención y persecución de delitos vinculados a las drogas. Diferenciamos muy bien entre el consumo privado consentido en lugares cerrados de personas mayores de edad y el que se hace en vía pública, donde pueda haber menores y está terminantemente prohibido», argumentan.

El Centro Cultural La Casa de Marley cuenta incluso con un informe de la Fiscalía Antidroga que da el visto bueno a su actividad. Según fuentes jurídicas cercanas a esta asociación, la Fiscalía, a partir de 2013, que fue cuando comenzaron a proliferar este tipo de agrupaciones, obliga a que se investigue cualquiera de estos club, «con el fin de cotejar que lo que se va a consumir y dispensar en ellos está dentro de los parámetros de la ley. Casi siempre sus informes suelen ser positivos», manifiestan.

La Casa de Marley, según José Navarro, su impulsor, dispone de más de cien socios. Cada uno de ellos paga una cuota e indica lo que va a consumir, que no puede sobrepasar los tres gramos al día. En función de eso se cultiva, siempre por debajo de lo que piden los asociados con el fin de no saltarse la ley. «Aquí vienen estudiantes a hacer los deberes de la universidad o incluso personas mayores con ciertos dolores a los que les va muy bien el cannabis para reducirlos. El ambiente es muy sano. En cuanto vemos a alguna persona con cierto tipo de interés raro la echamos. De hecho, nadie puede ser socio si no viene recomendado por otro asociado», detalla Navarro, que además del «consumo responsable» quiere promover actividades entre los miembros del club deportivas y lúdicas, ya que uno de los fines de su proyecto es potenciar lo que él llama el «turismo cannábico». Su intención es que miembros de otros grupos parecidos de España vengan a Benidorm y tengan un club como el suyo que les proponga actividades vinculadas con la naturaleza, el deporte y la playa.

Burocracias legales

Este tipo de asociaciones, en ocasiones, tiene que pasar por ciertas «burocracias» un tanto molestas, según las mismas fuentes jurídicas antes citadas. Por ejemplo, la Policía Nacional, a pesar de la decisión de la Fiscalía, incautó una plantación de marihuana de La Casa de Marley y ahora está en mitad de un procedimiento judicial «que seguramente se archive», apostillaron. «La Policía se ve obligada a incautar este tipo de plantaciones aún sabiendo que es del club legalizado. A partir de ahí, se tiene que justificar que es para el consumo de los socios. A una agrupación de Bilbao le tuvieron que devolver hasta 17 kilos. Son trabas legales que están todavía por actualizarse», reseñan.

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