Todavía no había amanecido ayer en Guadalest cuando se produjo el accidente junto a la presa del pantano. Eran las seis de la mañana y un fallo en la manipulación de las compuertas del embalse ocasionó la liberación masiva de agua. El incidente ocasionó la inundación total del cauce del río y con ella, la desaparición de todas aquellas personas que se encontraban en él.

La situación no se produjo en realidad pero la hipótesis, el planteamiento de que tal circunstancia hubiera sucedido, sirvió para organizar durante toda la jornada el simulacro anual de los efectivos de Cruz Roja en la provincia de Alicante.En él participó más de medio centenar de voluntarios para comprobar que están preparados, ponerse a prueba y estar seguros de que con el entrenamiento adecuado podrán actuar correctamente en emergencias reales. Y es que, aunque ayer la alerta era ficticia, el despliegue de medios y la forma en que los voluntarios se metieron en el papel hacía muy fácil imaginar su reacción si el accidente se hubiera producido. «Es imposible simular una situación real, pero hay que hacer lo posible por aproximarse a ella, utilizar las equipaciones, trabajar la coordinación entre equipos, también después a nivel psicólogo, entrenar para ver fallos, corregir y aprender», explicaba ayer el coordinador de Cruz Roja, Jorge Gómez, llegando a un área donde supuestamente habían quedado atrapadas las caravanas de unos campistas desaparecidos.

Éstos, en todo caso, no fueron las primeras «víctimas» en ser buscadas. Tras el accidente en las compuertas, a la sede de la Cruz Roja de Alicante llegaba la alerta indicando que los desaparecidos eran dos operarios de la Confederación Hidrográfica del Júcar que estaban trabajando en ese momento.

Dos horas después, tras activar todo el despliegue entre todos los voluntarios de los diferentes municipios, la Cruz Roja ya había montado el puesto de mando junto al pantano de Guadalest. Una carpa con dispositivos electrónicos para coordinar la búsqueda desplegada a lo largo del río. Las tareas no se centrarían solo en la localización y rescate. También conllevaría la aplicación de técnicas de primeros auxilios, atención médica y traslado a centro sanitario, así como apoyo psicosocial a los familiares que llegaban para saber qué había pasado y a los propios voluntarios tras el rastreo. «A los familiares lo primero que les hacemos es separarles del puesto de mando y de la prensa para que no se pongan más nerviosos escuchando rumores o informaciones parciales que les lleven a conclusiones peores. Hasta que no se sabe realmente si se ha localizado o no a una persona y su estado no se les comunica nada», explicaba una de las participantes.

Durante las labores de búsqueda fue sobre las diez y media de la mañana cuando fue localizada la primera víctima. Se encontraba casi completamente enterrada en el lodo del río, atrapada por cañas en un lugar de difícil acceso. Durante largo tiempo estuvieron los efectivos con ella, calmándola, hasta que llegaba la atención médica. «En estas situaciones al ser arrastrada por el agua lo normal es que termine con traumatismos serios al clavarse las ramas, en este caso, se simula un traumatismo torácico y hay que actuar con cuidado para sacarla», explicaba uno de los coordinadores del ejercicio mientras se escuchaban a dos metros los gritos de dolor de su compañera, metida completamente en el papel.

Tras ser rescatada y atendida, unos metros más abajo sería encontrado el siguiente cuerpo. En este caso, la realidad se impuso a la ficción y el voluntario fue rescatado antes de tiempo por un leve mareo tras la larga espera semienterrado en el barrizal.

Pero sin duda, el momento c´ritico llegó después, cuando los efectivos localizaron a la tercera víctima, un supuesto campista, hundido entre fango y cañas próximo a las caravanas. El voluntario tenía orden de simular que realmente se había quedado inconsciente por un posible golpe ante sus compañeros. Su actuación fue tan creíble que preocupó a todo el equipo que acudió a su rescate, liberándolo mucho más nervioso y rápido que a otras víctimas. «Se trata de detectar también los errores cuando estamos nerviosos y una situación nos afecta. De los errores se aprende», explicaba el coordinador y presidente de la Asamblea Local de Cruz Roja en Benidorm, Jorge Gómez.

Para entonces, habían dado las dos de la tarde y quedaban dos víctimas por localizar. El rastreo comenzaba de nuevo en un simulacro que se alargó hasta caer el sol.

En el ejercicio participaron voluntarios de Cruz Roja de Alcoy, Alicante, Almoradí, Altea, Banyeres de Mariola, Benidorm, Calp, Crevillent, Denia y Orihuela. Sólo durante el año 2014, Cruz Roja en la provincia de Alicante activó a sus equipos de emergencia en 26 intervenciones y atendió a 286 personas.