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Lorenzo Medina

«El PP ha pecado de ser muy "maricomplejines" respecto a la homosexualidad»

No se considera un «verso suelto» del PP, aunque tiene muchas papeletas para serlo

Lorenzo Medina observa una de las ecografías de su hija que, paulatinamente, han recibido en estos meses para seguir el proceso de gestación.

El pasado fin de semana, en la convención que el Partido Popular provincial celebró en Benidorm, abanderó varias enmiendas de carácter social de cara a las elecciones de 2015. Entre ellas, que se reconozcan los mismos derechos a mujeres y hombres en asuntos como la baja «por nacimiento» de un hijo, y no «por maternidad», o para poder conciliar la vida familiar y laboral. Lo hizo basándose en su propia experiencia. Lorenzo Medina, psicólogo, sexólogo y funcionario de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Benidorm en excedencia, es concejal del Partido Popular, es homosexual, contrajo matrimonio el pasado febrero con su marido y ahora, a sus 51 años, está a punto de ser padre tras recurrir a una gestación subrogada, lo que se conoce comúnmente como «vientre de alquiler», en México.

¿Cómo se conjuga ser homosexual y formar parte de un partido que, por ejemplo, cuestionó la constitucionalidad del matrimonio entre parejas del mismo sexo?

Hasta ahora, se ha querido dar una imagen de que los homosexuales del Partido Popular somos como un «verso suelto» porque no comulgamos con estas políticas del partido. Y yo no me considero así en absoluto. Creo que esto lo que hace es enriquecer al partido y, afortunadamente, cada vez somos más los que no nos cortamos y no tenemos problema a la hora de mostrar lo que somos.

Pero no me dirá que no hay cierta incongruencia, al menos, con el mensaje general del PP.

Cuando el PP decidió recurrir al Constitucional la ley del matrimonio homosexual, yo entendí que se estaba equivocando, porque la palabra matrimonio no es exclusiva de nadie. El cuestionamiento que se hizo en su momento de esta palabra, per se, la entiendo como un hecho de marginación a los derechos e igualdades que debe haber entre las personas. Y me alegro mucho de que al final no prosperara este recurso y que hoy en día el matrimonio entre parejas del mismo sexo sea una normalidad.

¿Podría decirse que su partido ha tardado más que el conjunto de la sociedad en «salir del armario»?

Pienso que el PP ha pecado de ser bastante «maricomplejines» en temas como la homosexualidad y a la hora de verbalizar en la calle lo que pensamos, lo que somos... Yo tengo muchos amigos y compañeros que nunca se han posicionado en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, pero el mensaje del partido es que se quiso anular la ley que los regula. Estoy convencido de que si nos hubiesen preguntado a los militantes, aquel recurso nunca se habría presentado.

O sea, que los líderes han estado al margen de la calle.

Quizás por intentar contentar a una parte del electorado del PP se han equivocado y han dejado que otros partidos, como el PSOE, abanderaran el tema del Orgullo y los derechos de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales, cuando en todos los partidos estamos militando gays. Uno no decide militar en un partido por su condición de con quién se acuesta o hacia quién orienta su deseo. Eso no tiene que condicionar el militar en unas siglas u otras. El problema es que hay algunos en estas siglas que, a la hora de hacer política, sólo ven si besas a un hombre o a una mujer. Pero afortunadamente cada vez son menos.

Hace poco, el presidente del Gobierno también frenó la reforma de la ley del aborto que pretendía Gallardón. ¿Ve coincidencias entre ambos temas?

Creo que el PP ha sido bastante inteligente a la hora de recular en este asunto. Cuando el tema pasó aquí por pleno, voté en contra de lo que proponía el PSOE, que era mantener la ley de Zapatero, porque como psicólogo y sexólogo no estoy a favor de que una chica de 16 años pueda abortar libremente sin decírselo a sus padres. Tras un aborto puede haber muchas complicaciones y los padres tienen que estar informados siempre de que su hija menor va a abortar. No es lógico que para abortar, no; pero para operarla de un uñero sí haya que pedirles permiso; o para beber alcohol o para subir al autobús del instituto. Pero con el resto de esta ley de plazos, yo estoy a favor.

Usted y su marido han recurrido a un vientre de alquiler para poder ser padres, una fórmula que, por ejemplo, tampoco es legal en España.

No lo es, pero creo que no va a tardar mucho, al menos, en salir a debate. Hay una asociación que está trabajando para presentar una iniciativa legislativa popular para que se autorice y cuentan con el apoyo de gran parte de ginecólogos y profesionales de la salud, porque saben que es una vía muy importante, no sólo para parejas del mismo sexo, sino para favorecer la natalidad en España. Cada vez hay más mujeres que retrasan la maternidad, que pueden haber tenido algún problema ginecológico, un cáncer, etc... ¿Por qué hay que negarles esta posibilidad?

Quizás porque hay quien reprocha su carácter mercantilista.

La gestación subrogada no es un alquiler del cuerpo como interpreta la gente. Sobre este tema hay muchos perjuicios. No se cuestiona que haya un banco de esperma o de óvulos, la fecundación in vitro, etc. Ésta es una fórmula más de permitir que una pareja que biológicamente no puede concebir hijos, pueda tenerlos, y además está autorizada en muchos países: Estados Unidos, Gran Bretaña, Bélgica, India, Ucrania, Grecia, México...

Pero sí hay dinero por medio.

Es cierto que hay un gasto y una gratificación económica para la madre gestante. El dinero es uno de los factores, pero el máximo objetivo de estas mujeres es ayudar a una familia a que pueda tener sus hijos: «Yo ya he tenido los míos, -porque un requisito que exige la ley es que las gestantes tengan hijos propios antes de participar en el proceso- y ahora te voy a hacer a ti, que no puedes, este regalo tan maravilloso». Ellas tienen total libertad para elegir, incluso, a los padres para los que van a ser gestantes y para decidir si interrumpen el embarazo cuando hay algún problema. El que dona sangre, sabe que da vida; el que dona óvulos, también; o el que dona órganos... ¿Quién se ha planteado que eso sea malo? Estas mujeres donan su vientre para crear otra vida, que en este caso va a ser el hijo de alguien que por sí mismo no ha podido cumplir este sueño y que, gracias a estas mujeres, podrán ser padres. Además, quien crea que estas gestaciones son mercantilistas, es porque quizás también tiene un precio. Para nosotros, tener un hijo no lo tiene.

¿Cómo regula la legislación en España a esos niños?

A efectos legales, hay parejas que han tenido algunos problemas hace años, pero ahora está todo solventado. La normativa española exige que en la partida de nacimiento aparezca el nombre de la gestante y el del padre biológico. En nuestro caso, allí en México, se hace un juicio no contencioso en el que ella renuncia a todos los derechos a favor del padre y, con esa sentencia, ya en España se tramita la adopción por el otro miembro de la pareja.

En cualquier caso, entenderá que la obligación de recurrir a otro país y, sobre todo, el tema económico, tanto de los viajes como del proceso en sí, limita que muchas parejas puedan acceder a este sistema.

Por supuesto, no todo el mundo puede pagar unos 50.000 euros, por eso yo creo que son cambios necesarios y que en España debemos empezar ya a plantearlos. Hay gente que no puede asumir el gasto, que no puede hacer un viaje para dejar muestras, otro para el nacimiento del bebé y estar allí unos 25 días, etc., hasta que puede traerlo a casa. Pero el problema no es sólo para quienes optan por la gestación subrogada, sino también en el caso de las adopciones, las fecundaciones in vitro...

¿A qué se refiere?

Yo no puedo entender, por ejemplo, que la política de mi partido esté de acuerdo en que los abortos sean gratuitos y no los sea la fecundación in vitro universal para todas las mujeres, cuando lo que queremos es defender a las familias. Si tú eres casada, sí; si tú eres soltera o tienes una pareja pero no estás casada, no. Creo que la política sanitaria tiene que cambiar y que tanto las transferencias como las donaciones de óvulos o las FIV tienen que ser una terapia más financiada por la sanidad, porque es un derecho de todas las mujeres. No es un tratamiento caro en comparación a otros que sí se costean y está plagado de restricciones.

¿Y con respecto a las adopciones? ¿También fallamos?

También. No se entiende que para una adopción tarden tres años en hacerte un certificado de idoneidad, o que tengas que pasar por psicólogos, trabajadores sociales, presentar la idoneidad de tu casa, tu economía... No se entiende cuando a una persona que, por suerte, tiene la capacidad de reproducir nadie va a su casa a plantearle que pueda tener uno, tres o dieciocho hijos. Te están haciendo pasar un bagaje increíble y, después de adoptar, que tengas que estar otros dos o tres años con trabajadores sociales y demás es una barbaridad. Comprendo que hay que garantizar que los niños estén en un hogar bueno y que lo acojan... ¡Pero señores!, quien lleva tantos años luchando por ser padre, difícilmente va a tener un ambiente familiar negativo. ¿Por qué no se aplica ese seguimiento a parejas heterosexuales con hijos biológicos cuando hay casos que claman al cielo?

Entiendo que usted lo que plantea es una «revolución» legislativa en materia de familia.

La revolución la lleva haciendo la propia sociedad española en los últimos 30 años, en los que, por suerte, se ha evolucionado muchísimo en lo que concierne a las familias. Yo lo que creo es que hay normativas que en España habría que agilizar y, sobre todo, preguntarse adónde vamos con tanto papeleo. Todo el tiempo que perdemos con eso son años, por ejemplo, en los que hay niños que están o en hogares provinciales o en orfanatos de otros países, en unas condiciones que nunca pueden compararse a las de cualquier familia. Están muy bien cuidados, pero no tienen un hogar.

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