Agosto, temperaturas que superan los 30 grados, sumadas al bochorno típico de Benidorm. La frase «No hay quien esté en la calle» es una de las más pronunciadas en estas fechas en la ciudad, tanto por vecinos como por los visitantes que llenan los alojamientos. Y... ¿Qué hacen algunos de ellos si su edificio no dispone de una piscina en la que refrescarse? Lejos de aprovechar los seis kilómetros de playa de la localidad, entran a las piscinas de los hoteles como un cliente más.
«Alguno siempre hay», comenta el director del Hotel Poseidón Palace, Ezequiel de Paz. El responsable de este hotel explica que los socorristas, camareros y recepcionistas conocen a todos los huéspedes, y en caso de que tengan alguna duda sobre si es su cliente, le piden la acreditación para echarles en caso de que sea necesario.
La mayoría de los hoteles consultados por este periódico conocen este fenómeno y lo han vivido alguna vez. Asimismo, cuentan que controlan el acceso a sus piscinas a través de los empleados que están a diario atendiendo a los visitantes, sobre todo, de los recepcionistas puesto que para pasar a la piscina primero tienen que desfilar por delante de ellos, como es el caso del Benidorm Plaza y el Belroy, según confirma su director, Javier Ramos. Por ese motivo, los intrusos se decantan por los hoteles más grandes, donde los alojados sean más multitudinarios y así poder pasar desapercibidos con más facilidad.
Es el caso de hoteles como el Bali, el establecimiento turístico con mayor capacidad de Europa. Aquí, han tenido que ir más allá y contratar a un vigilante para que esté desde las 10 de la mañana hasta las 19 horas colocado como un poste en la puerta que da acceso a la piscina, desde julio hasta mediados de septiembre. Así lo explica el director, Enrique Casells, quien señala que llevan varios años haciéndolo debido a este problema. «Todos los días nos encontramos a alguien que quiere entrar sin estar alojado, en los últimos días tenemos registrados unos 60 por jornada», indica.
Prueba piloto
Precisamente ayer el Hotel Pueblo, de la cadena Servigroup, probó una nueva medida y controló el acceso a su establecimiento con un empleado en la puerta del mismo, pidiendo la acreditación del hotel a cualquiera que intentaba entrar. Según explica su director, Salvador Sánchez, días atrás tuvo quejas de un cliente que decía que no encontraba hamacas libres en la zona de la piscina. Por ello quisieron probar por primera vez esta «experiencia piloto», que más adelante decidirán si viene para quedarse.
Además, sospechaban que algunas personas ajenas al hotel, provenientes por ejemplo de apartamentos, entraban a la piscina y «algunos de ellos los veías que salían de ella y se iban directos a la calle, en lugar de subir a sus supuestas habitaciones, que también puede ser porque se fueran a comprar algo a una tienda cercana, quién sabe», comenta Sánchez. Ezequiel de Paz, del Hotel Poseidón, coincide y dice que algunos de los que suelen colarse provienen de apartamentos o son amigos de quienes se alojan en el hotel.
Esta medida tiene más valor en agosto, según señala el director del Hotel Bali, ya que es cuando más gente hay en Benidorm y los establecimientos rozan el «completo», por lo tanto tienen que dejar más espacio para sus huéspedes.
A pesar de que esto podría suponer algún problema de seguridad, el ojo de los recepcionistas no falla. Todos estos empresarios coinciden en que nunca han tenido un problema grave. Entre otros, lo confirma Javier Gómez, director del Hotel Maderia, quien además tiene contratado personal de vigilancia para el hotel completo. Parece ser que estos bañistas sólo quieren eso, refrescarse, «a mí si hay sitio de sobra me da lo mismo, y si se toman algo en la piscina, pues mejor para nosotros», concluye Casells, el responsable del Bali.
