Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Contaminación acústica en Benidorm

Los vigilantes del ruido nocturno

Agentes de la Policía Local velan por que la música de los negocios no moleste a los vecinos

Los vecinos muestran su hartazgo colocando carteles. David Revenga

El ruido. Ese sonido desagradable que ha conseguido unir a cerca de mil vecinos de diferentes barrios de Benidorm para luchar contra él, es el enemigo principal de la Policía Local desde 1996. Entonces empezaron a colocarse los primeros limitadores de sonido en los locales de ocio.

En la actualidad, cada noche cuatro agentes de los diez asignados al grupo velan por que los establecimientos cumplan con la normativa y tengan en funcionamiento estos aparatos.

El turno de trabajo comienza a las 22 horas. Desde ese momento, y hasta las 6 de la mañana, están pendientes de las quejas de cualquier ciudadano. Entrada la medianoche visitan las calles más conflictivas. Van de «paisano», pero como si no lo fueran: todos los empresarios y porteros de los pubs les conocen. Su presencia impone a los trabajadores, son más de las 00.30 horas y los locales deben de tener las puertas y ventanas cerradas para evitar que se escape ninguna nota musical. Los porteros se acercan a los agentes, sin que les llamen, para preguntar si lo tienen todo en orden. «Las puertas bien cerradas, por favor», le replican a un trabajador de una discoteca de la playa de Levante.

La música de los locales «está controlada» aseguran los agentes. Y es cierto. El sonido no trasciende a la calle, salvo cuando los clientes abren y cierran las puertas. El ruido real lo generan las personas que se concentran en las proximidades de los locales. «Pero ante eso no podemos hacer nada», explican los agentes del Grupo de Ruidos. En esa misma calle queda patente el hartazgo de los vecinos. En un balcón de la zona se puede leer «Quiero control sonoro. Que se respeten nuestros derechos. Tortura S.O.S».

«Nosotros también queremos combatir el ruido, pero necesitamos que los vecinos se impliquen», comentan los agentes, quienes señalaron que muchos de los afectados llaman a la Policía para quejarse del ruido, pero pocos son los que aceptan que los municipales vayan a su casa para medir la contaminación acústica y poder redactar el informe. «Es más, en los tres días del Low Festival, sólo nos requirieron una vez, y no sobrepasaba los límites», explicaron los agentes.

Una de las alternativas que tienen los afectados es pedir que se declare Zona Acústicamente Saturada, indicaron los policías. Esta medida, que ya hay en localidades turísticas como Cullera, Peñíscola o Benicàssim, permitiría limitar el número de establecimientos en el área o restringir los horarios. Una solución, no obstante, que afectaría al modelo turístico de Benidorm.

Para evitar las quejas, hay algunos propietarios de algunos pubs que compran las viviendas más cercanas al local. «Tengo insonorizado hasta el suelo de la terraza», señala Nicolás Casado, un empresario de la conocida como «zona guiri».

Controles y sanciones

Los agentes explican que todos los locales que quieren música -pubs, discotecas, bares, hoteles, parques temáticos o, incluso, tiendas de ropa- están obligados a instalar un limitador de sonido, cuyo precio supera los 1.000 euros. Éste aparato almacena la información sonora que generan los establecimientos en los últimos 200 días. Además, los pubs y discotecas están obligados a colocar un módem para enviar la información en tiempo real al retén policial. También se encargan de cortar la música en la hora programada y controlar el volumen. «Son como un policía para cada local», dice uno de los agentes.

No obstante, hay quienes intentan engañarles manipulando el limitador de sonido. Aunque las cifras aún no se han hecho públicas, «este año han aumentado las denuncias con respecto al año pasado, lo más común es desconectar el aparato», explican los agentes. Pero tiene sus consecuencias. La primera vez se impone una multa de 600 euros y 24 horas sin música, «esto último es lo que más les importa», indican.

La segunda y tercera vez, la misma cuantía económica pero con 48 y 72 horas respectivamente. «A la cuarta creo que no ha llegado nadie».

Limitadores de sonido

La mayor ayuda para los agentes

Todos los negocios con música están obligados a instalar un limitador del sonido. Éstos almacenan la información sonora del local de los últimos 200 días, controlan el volumen fijado y cortan el sonido cuando es la hora.

Bebida alcohólica en la calle

Batalla casi ganada al botellón

La Policía trata de combatir el botellón en la playa de Levante, frente a las discotecas. Para ello, también colocan por la noche una cinta rodeando la zona de las hamacas, donde se ubican la mayoría de jóvenes para beber.

Ocio nocturno

Las terrazas como lugar de reunión

Hay calles en las que los bares con terraza se aglomeran en la misma vía, unos seguidos de otros. Una posible solución es la declaración de Zona Acústicamente Saturada, con la que se limitaría el número de tascas.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats