La iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Benidorm, de cuya fundación se encargó a final de la década de los 70 y a cuya parroquia dedicó gran parte de su vida, se quedó ayer pequeña para despedir a un cura y a una persona «excepcional», como le definen muchos de quienes le conocieron. Cientos de personas abarrotaron ayer este templo para dar su último adiós a Juan Andrés Rodríguez Serrano, sacerdote nacido en Benidorm y fallecido el pasado jueves, a los 84 años de edad, tras medio siglo de labor dedicada al sacerdocio.

El sepelio estuvo presidido por el obispo de la Diócesis Orihuela-Alicante, Jesús Murgui, y en él también participaron su antecesor en el cargo, el obispo Rafael Palmero, y cerca de medio centenar de sacerdotes llegados desde distintos puntos de la provincia y de Valencia, así como una nutrida representación de la sociedad civil, que despidieron el féretro con una intensa y emocionada ovación.

Si en algo coincidieron buena parte de los allí congregados fue en la total entrega que Don Juan brindó a cualquiera que reclamó su ayuda. Así lo destacó en su homilía el obispo de la Diócesis, quien recordó la vocación tardía de este sacerdote, que ingresó en el seminario de Valencia a los 27 años tras abrir en 1952 las primeras agencias de viajes e inmobiliaria de la localidad, para «aprender el oficio de amor que es el sacerdocio, desde un corazón pleno y total, hecho para servir y entregarse como lo hizo Jesús». Murgui también se refirió a la labor que realizó el sacerdote «de forma callada y anónima, para mantener obras e iniciativas de ayuda al prójimo, muy lejos incluso de su pueblo», como su apoyo a la zona de Chimbote, en Perú, con la que colaboró a lo largo de su vida. Por último, también destacó «el poema que dejó escrito a Dios en esta iglesia, cuyas paredes seguirán hablando muchos años de él, de su atrevimiento, su carácter, su iniciativa y su originalidad».

Junto al obispo, también tomaron la palabra para recordar la figura de Juan Rodríguez su gran amigo, el sacerdote Paco Coello, y el actual párroco del Carmen, Isidro Hernández. El primero trasladó lo más parecido a un testamento vital, recordando que el pasado martes, cuando vio a Don Juan por última vez, «sabía que estaba a punto de llegar su hora, nos abrazamos y me dijo: "No te olvides de decirles que les quiero"».

Coello también lamentó que, con la marcha de este sacerdote, «Benidorm queda huérfano, porque fue un padre para mucha gente» y relató cómo, a lo largo de toda su vida sacerdotal, en la que no renunció a sus votos para seguir participando en las empresas familiares, «siempre estuvo dispuesto a abrir el bolsillo y compartir todo lo que tuvo con quien lo necesitó». Por su parte, Isidro Hernández, mostró su voluntad de «seguir el legado que él nos dejó». «Gracias por tu vida y gracias por tu ministerio, Don Juan», agregó.

Reconocimientos

Además del recuerdo de sus compañeros de sacerdocio, el alcalde de la ciudad, Agustín Navarro, destacó que «Benidorm habría sido muy distinto sin la figura de Don Juan». Por su parte, el grupo municipal del PP registró una moción en el Ayuntamiento proponiendo dar a una calle de Benidorm el nombre de «Sacerdote Don Juan Rodríguez Serrano» como el «mejor homenaje a su obra».

A las 10 horas de hoy, en la iglesia de San Jaime y Santa Ana, se le dedicará la misa de los sábados de la Virgen del Sufragio, patrona de Benidorm y a quien profesó gran devoción. Asimismo, a las 19 h., habrá otro oficio en su honor en La Torre de les Maçanes, donde fue párroco y de la que era Hijo Adoptivo.