Más de un centenar de compañeros del instituto Antoni Llidó de Xàbia acudieron ayer por la tarde al tanatorio de la localidad para despedir a su amigo, destrozados por la noticia de su repentina muerte que conocieron a primera hora de la mañana de ayer, con el inicio de las clases. Manolo G. C. era un chico muy alegre y buen deportista y este año, además, era festero de las fiestas de les Fogueres de Xàbia. El joven era muy querido tanto en el aula como en el campo de deportes y en el casal.

La noticia de su muerte conmocionó a los estudiantes del segundo curso del bachillerato de Humanidades que compartían pupitre y conocimientos con él, que no podían dar crédito a que su fallecimiento fuera verdad y a que no volverían a verlo jamás. De hecho, solo había faltado a clase dos días -el lunes y el martes- porque estaba «con fiebre», algo habitual en estas fechas de invierno.

La actividad escolar en el aula del joven se interrumpió a media mañana de ayer porque todos sus compañeros estaban conmocionados y desconsolados, según informó a este periódico el director del centro escolar, Vicent Chorro, que indicó que a la hora del recreo los chicos partieron hacia el tanatorio para mantener el último contacto con Manolo y acompañar a sus padres y hermanos.

A las cinco de la tarde tuvo lugar una pequeña ceremonia de despedida que la familia deseaba que fuera muy íntima, aunque la sala donde se celebró se llenó a rebosar de amigos y estudiantes que se abrazaban entre llantos desconsolados para apoyarse unos a otros.