Resiste Benidorm. Resiste el tejido hotelero de la ciudad, aunque sea combatiendo en dura lucha de trincheras, negociando con los dientes en el ordenador cada reserva de última hora, de último minuto, quejándose de que hay administraciones que no ayudan a la promoción, ajustando plantillas ante el malestar sindical, mirando de reojo con mal disimulado enfado al Gobierno del PP, que dijo que bajaría el IVA y lo ha subido y que ha apretado todavía más las tuercas con las tarifas aeroportuarias. Pero a pesar de todo ese fuego cruzado y de que a partir de 2012 los efectos de la crisis son un lastre -cada turista español que aún tiene euros en el bolsillo es un tesoro- el milagro persiste: los hoteles de Benidorm persisten.

Si se comparan los últimos datos de ocupación en Benidorm, recabados por la Confederación Española de Hoteles (Cehat) durante Semana Santa con los del resto de España, esa resistencia logra el aval de las estadísticas. Casi nadie está mejor en este sufrido país que Benidorm, que alcanzó durante ese periodo vacacional una ocupación del 85 por ciento, con puntas del 90% en días claves. Sólo algunos municipios canarios pudieron presumir de más plazas ocupadas -Fuerteventura alcanzó el 100% durante algunas jornadas y La Gomera una media del 90%-. El resto del universo español anduvo peor: por hablar sólo de los destinos de sol y playa, que son los verdaderos competidores, la Costa del Sol se quedó en un 67% y la Costa Daurada (Salou) no superó el 65%, lo mismo que la Costa Brava. Otro dato: Benidorm, Granada, Madrid y Salou fueron las localidades más solicitadas para disfrutar este año de las vacaciones. Por ese orden.

Bailó una vez más Benidorm. Eso sí, en las últimas semanas se han producido varios reveses que demuestran que las administraciones supramunicipales no están alentado a los empresarios. Baila pues el turismo, pero lo hace solo, como aquel famoso grupo musical.

Tres instituciones concentran las críticas: la mayoría de los palos se los lleva, como no podía ser de otra manera, la Generalitat que, por ejemplo, le debe 10 millones de euros a los hoteles de Benidorm desde 2009 y se negó a colaborar con motivo de la última feria de Moscú en campañas de marketing para atraer turistas de ese auténtico dorado en el que se ha convertido Rusia.

También andan enfadados con el Consell por el hecho de que cuando se inauguró el AVE entre Valencia y Madrid se hicieron numerosos y costosos actos para que la alta velocidad tuviera beneficios económicos para el turismo; nada de eso ha habido en cambio con el inminente AVE Madrid-Alicante que nos viene en junio. Ni siquiera, contemplar una línea regular entre la estación alicantina y Benidorm de la que el Ayuntamiento, bien es verdad, sólo se ha acordado de reclamar al ver las fotos de la ministra Ana Pastor anunciando esta semana que la nueva conexión ferroviaria marchará en junio.

Ahora, la Fundación Turismo Benidorm quiere andar con prisa y ya anunciado que negociará con Adif -dependiente del Ministerio de Fomento- esa línea. Veremos. Porque con Fomento a Benidorm tampoco le ha ido demasiado bien. Esta misma semana, un alto cargo del ministerio comunicó que el aeropuerto de El Altet no tendrá derecho a una reducción de las tasas aeroportuarias durante la temporada baja similar a las de Canarias o Baleares. Arguyen desde Madrid que esas tasas son tan pequeñas que no dañan el tráfico aéreo. La Cehat lo duda: cree que acarrean problemas de conectividad al turismo.

Se censura también a un tercer estamento supramunicipal, el Patronato Provincial de Turismo, al que desde Benidorm se le acusaÉ de no hacer nada. De no ayudar en las trincheras. De no reclamarle nada ni a Madrid ni a Valencia.

Más problemas para el baile. La crisis impide la renovación de la degrada escena urbana o la construcción de proyectos emblemáticos como el "Sport Hall", reclamado esta misma semana por Hosbec. Esto pasa por dos razones: porque muchos de los proyectos que sí se han hecho se han hecho mal -Hosbec aludía al centro de alto rendimiento deportivo de Villarreal, que costó 25 millones y está cerrado mientras el de la Costa Blanca sólo hubiera valido tres-. Y a que tampoco la iniciativa privada ha querido involucrarse en proyectos de reforma urbana que podrían hacerse por fases y que les habrían beneficiado. Hubo un grupo de empresarios en Benidorm que sí apostó por convertir la calle Gerona en una arteria de ocio y pidió ayuda. Nada más se ha sabido del proyecto. Ese es el tipo de colaboración público-privada que se sigue echando en falta. Por eso, también, el turismo baila solo.

Eso sí, al menos, baila. Lo hace por varias razones. En primer lugar por lo que lo ha hecho desde hace décadas sus playas, su clima, su paisaje, esas cosas que llevó a un portal de internet a iniciar una noticia con el título de "Benidorm incombustible" y a otro a afirmar que "Benidorm va solo". Y también funciona por su planta hotelera, de primer nivel europeo, con inversiones en reformas de 600 millones y que ha logrado abrir casi todo el año. Un dato imbatible: durante el gélido invierno, en Benidorm sólo cierran el 21% de hoteles; en Mallorca, según el portal Hosteltur, el 95%. Este otro milagro tiene un trasfondo más prosaico: para mantener el baile con vida, Benidorm tiene que reducir cada vez más sus precios. Así, hay menos rentabilidad, se ajustan más las plantillas y los sindicatos denuncian que no se acaba ni con la precariedad laboral ni con el paro.

Esa es una de las sombras que podrían amenazar el baile. Hay más. Frente al optimismo de Hosbec, que asegura que Benidorm lleva creciendo en ocupación hotelera desde mitad de enero, el Observatorio Turístico de la Comunidad Valenciana alertó en febrero de una disminución en el global de la ciudad de un 8,9% en número de viajeros y un 1,6% en el de pernoctaciones. Campings y apartamentos, posiblemente perjudicados por la rebaja de precio de los hoteles, aseguran que sus ocupaciones en Semana Santa fueron muy malas. Y comercios y restaurantes siguen inquietos por la caída del gasto. Se produce así otra paradoja: las calles de Benidorm están llenas -este año en Semana Santa ha habido un 13% más de vehículos- pero muchos de esos conductores no entran luego ni a cafeterías ni a comercios.

Llenazo con precios a un euro

Salgamos del hotel, del apartamento, del camping. Demos una vuelta por las arterias más céntricas y comerciales de Benidorm, el Paseo de la Carretera, Gambo, Martínez Alejos. Todas están abarrotadas de turistas. Bullen de vida. Pero se produce un hecho curioso: dentro de los comercios apenas si hay clientes. A ver, no es que las tiendas se encuentren totalmente vacías: en una zapatería, una familia, en una tienda de ropa, unos amigos. Pero nada más. Hasta encontrar un establecimiento que por liquidación lo vende todo a un euro. Ahí hay hasta cola en la calle. ¿Radiografía del Benidorm comercial?