La última franja de Poniente de Benidorm, la más próxima a La Cala es, en realidad, un tesoro aún poco conocido. Con una playa de la misma calidad que la de Levante, esta zona se halla en cambio libre del ruidoso zafarrancho de ocio que caracteriza al resto de la costa del municipio. Eso sí, no todo es hermoso. Poniente-La Cala no sólo ha sido olvidada por las multitudes sino también por las administraciones: lleva prácticamente una década esperando que el Gobierno prolongue hasta allí el paseo marítimo que la Generalitat ya construyó en el resto del litoral, es decir, la famosa segunda fase del Paseo de Poniente. Y sin esa gran reforma, su déficit en infraestructuras es evidente: la calzada apenas deja espacio al peatón, los bancos están desmadejados y la balaustrada, repleta de desconchados y peligrosos hierros al aire.

Como sucede con tantas otras obras, lo prometido por PSOE y PP desde los diferentes gobiernos de Madrid a lo largo de los tiempos de bonanza parece ahora una utopía irrealizable en la crisis actual. Así lo ve incluso el propio ejecutivo local, integrado por socialistas y centristas. "En la actual situación económica, las administraciones no están para paseos", admitió ayer la edil de Escena Urbana, Gema Amor. Ante esta disyuntiva, el Ayuntamiento ha decidido actuar. Y, al menos, adecentar el paseo antes de que comience la temporada turística de Semana Santa. Lo hará con una "obra low cost", esto es, de bajo coste, fiel al nuevo espíritu de los tiempos: con un presupuesto de 8.000 euros frente a los 18 millones que en su día se presupuestaron para el paseo.

Esta actuación de mínimos, que fue presentada ayer por Amor y por el alcalde, Agustín Navarro, como principales estandartes de una nutrida comitiva municipal, consistirá básicamente en pintar, reponer y asegurar 780 metros lineales de la histórica balaustrada. Ésta constituye desde hace décadas un auténtico símbolo sentimental y arquitectónico para Benidorm: cualquiera que la observe en una postal sabe, incluso sin necesidad de apreciar rascacielos, que la fotografía corresponde a la capital de la Costa Blanca. Pero en los últimos tiempos, la emblemática barandilla junto a la playa estaba hecha un desastre, tal y como denunciaron los vecinos, también presentes ayer en Poniente.

A pesar de su modesto presupuesto, que incluye también la reposición de los bancos, Amor espera que estas actuaciones aseguren la cara estética de la zona al menos durante los próximos diez años: "y esperemos que en este periodo dé tiempo a realizar el paseo", añadió con cierto escepticismo la edil. En la misma línea, Navarro señaló que "esta zona merece ser cuidada, aunque no sea como nos gustaría".

Tienen tan claro los miembros del gobierno local que la posibilidad de que se ejecute el paseo es remota, que ni siquiera ayer reclamaron a Madrid que cumpla con lo prometido tantas veces. Qué lejano queda ya aquel septiembre de 2011, cuando un Navarro aún entusiasta con el invento aseguraba que el Ministerio podría licitar las obras en 2012 si antes el Ayuntamiento financiaba el proyecto técnico; o aquel octubre de 2010, cuando el alcalde anunció que se habían presupuestado para el paseo casi un millón de euros; o aquel noviembre de 2009, cuando el primer edil, recién elegido, viajó a Madrid para gestionar el proyecto; o aquellos años anteriores en los que altos cargos y diputados prometían el inicio del paseo ya, ya, pero ya.

Amor también anunció ayer la creación de una zona ajardinada en el triángulo que forma con la playa la avenida Vicente Llorca Alós; y el acondicionamiento del parque de Tamarindos. Lo dicho. Mucho menos da una piedra.