Las sirenas de los bomberos los despertaron en plena noche y tuvieron que marcharse a todo correr de sus casas. Los vecinos de la urbanización Maryvilla de Calp se llevaron un susto que no olvidarán. "Miré por la venta y vi un intenso resplandor. Era el fuego. Pasamos mucho miedo", relató a este diario Aida Molina, que fue una de los 23 vecinos desalojados por el incendio que, tras declararse a las 2.30 horas de la madrugada del domingo al lunes, ayer, al cierre de esta edición, todavía no se había dado por extinguido.

El fuego ya ha calcinado al menos 30 hectáreas. Se inició por las chispas que saltaron de una torre eléctrica. Los dos chalés a los que primero llegó se salvaron de milagro. Sus paredes estaban ennegrecidas por el humo. El incendio los cercó por completo hasta el punto de arrasar toda su parcela. Esos chalés, por suerte, no están ahora ocupados. Su único vial de acceso quedó envuelto en llamas. Por la noche, parecía que el fuego los devoraba por completo.

El incendio, azuzado por el fuerte viento, avanzó por la cima del monte de Toix. A ambos lados de la dorsal de la montaña había llamas. Los bomberos se afanaban en combatir el frente que amenazaba las casas de Maryvilla. Pero el fuego subía por el cerro y resultaba inalcanzable.

Al otro lado, donde no hay viviendas, sólo los medios aéreos luchaban contra las llamas. Dos helicópteros y un avión air-tractor espaciaban mucho las descargas. Además, los vecinos criticaron que se habían incorporado ya avanzada la mañana a las tareas de extinción. Ayer, al caer la noche, se retiraron cuando ya en Toix no se veían llamas, pero seguía saliendo mucho humo. Esta vez la extinción desde el aire no fue tan efectiva como en otras ocasiones. Con todo, se confiaba en que el fuego se consumiese por sí solo al llegar al acantilado de Toix. Además, a mediodía, el viento perdió mucha intensidad.

Pero ese flanco (es la ladera de Toix que da al Mascarat) dejó graves daños ecológicos. Destruyó por completo la microreserva de flora del Morro de Toix, donde crecía la Silene hifacensis, un endemismo amenazado.

Los vecinos desalojados regresaron a mediodía de ayer a sus viviendas. "Por suerte, el viento empujó las llamas hacia la montaña y no hacía la urbanización", suspiró uno de los residentes de Maryvilla. Varios de ellos pasaron la noche en el hotel Esmeralda, que fue donde el ayuntamiento los alojó.

"Nunca pensábamos que esto pudiera pasar en Maryvilla", relató Aida Molina. "En mi casa, estábamos durmiendo y yo me desperté por las alarmas de los bomberos. Creía que había ocurrido un accidente en la N-332. Pero entraba claridad por la ventana y ví el fuego. Le dije a mi marido que nos teníamos que ir a toda prisa". Los propios residentes se fueron avisando unos a otros. A esa hora de la madrugada, veían las llamas a escasos metros y los chalés más más altos de la urbanización rodeados de fuego. "Mientras nos marchábamos, paramos en otras casas y avisábamos de que todos debíamos salir de allí", explicó esta vecina.

Al volver a casa, varios vecinos comentaron a este diario que el domingo, por el viento, sufrieron cortes de luz. La compañía estuvo haciendo reparaciones.

Tendido eléctrico deteriorado

Un vecino aseguró que el fuego no se originó por la caída de un poste eléctrico, sino porque ese poste está deteriorado y averiado y "llevaba ya tiempo tirando chispas". Afirmó que el mismo domingo varios residentes llamaron a la compañía para que fuera a revisarlo y, "al final del día, se dignaron a mandar a unos operarios que, a juzgar por el resultado, no fueron capaces de hacer su trabajo correctamente".