Turistas paseando, comercios abiertos, bares a pleno rendimiento, lo único que aparentemente recordaba ayer la tragedia que hace exactamente un año vivió Finestrat, es el traslado del mercadillo de los viernes de la Cala al polígono industrial, y que estos días ha vuelto a llover, aunque no con aquella intensidad. Sin embargo, nadie en el municipio, ni en la comarca podrá olvidar la riada que se produjo tal día como hoy hace un año, la muerte de dos turistas británicos mientras tomaban algo en un típico mercado ambulante, ni las pérdidas que sufrieron las decenas de familias trabajadoras del mercadillo. Un suceso por el que hoy sigue imputado el alcalde de Finestrat, Honorato Algado, ante la posible responsabilidad del Ayuntamiento por haber asfaltado y ocupado el cauce de un río.

Hoy se cumple un año de la trágica tromba de agua que el pasado 21 de octubre de 2011, arrasó literalmente el mercadillo del barranco de la Cala, llevándose por delante la vida de dos turistas ingleses y dejando otras cinco personas heridas, así como miles de euros en daños materiales. El juzgado de Instrucción número cuatro de Benidorm investiga desde ese mismo día los pormenores que envolvieron la tragedia que, aunque provocada por las fuertes lluvias de aquel día, dejó muchos interrogantes en el aire.

El mercadillo se ubicaba sobre el cauce de un río asfaltado "sin autorización", según ha señalado en reiteradas ocasiones, también ante la juez, la Confederación Hidrográfica del Júcar y según le había hecho saber el organismo al Ayuntamiento. Precisamente por haber pavimentado y ocupado el cauce, el Ministerio de Medio Ambiente había impuesto al Consistorio de Finestrat una sanción de 83.163 euros por una infracción grave y en la misma le obligaba a no ocupar el barranco.

El Ayuntamiento recurrió la sanción y, pese a la clara advertencia, el mercadillo siguió celebrándose cada viernes allí a la espera de que se resolviera, hasta que la riada demostró que no se puede desafiar a la naturaleza. Tal día como hoy, un matrimonio de jubilados ingleses, que pasaba sus vacaciones en Benidorm, se encontraba en el mercadillo cuando la riada se lo llevó todo por delante. Cientos de personas pudieron salvarse, corriendo o trepando por los muros del cauce hasta los edificios cercanos y hasta zonas seguras. Sin embargo, el agua se cobró la vida de este matrimonio, hirió a otras cinco personas, dos de las cuales tuvieron que ser hospitalizadas y se llevó 150 puestos, anegando y arrastrando tenderetes, mercancía, furgonetas, coches y todo lo que encontró a su paso. Todo ocurrió en apenas 25 minutos.

Un año después, todavía está por aclarar cuánta lluvia cayó ese día. 7,2 litros según informaron desde la Subdelegación y 65, según dijo el gobierno local. También está por determinar por qué no se decretó la preemergencia por lluvias que, en otras ocasiones había servido para desmantelar el mercadillo como medida preventiva, según ha clamado ya muchas veces el gobierno local. O por qué el barranco de la Cala, que se inunda siempre que llueve con intensidad, no figura en el Plan Especial ante el Riesgo de Inundaciones de la Comunidad Valenciana.

Pero sobre todo, está por aclarar por qué el Ayuntamiento desoyó la sanción de Medio Ambiente y de la CHJ y mantuvo el mercadillo en el mismo lugar, así como si esa decisión podría incurrir en un delito de irresponsabilidad con resultado de muerte, que es lo que la juez le ha imputado al primer edil del municipio. Algado ya prestó declaración el pasado marzo y tiró balones fuera, diciendo que la CHJ no advirtió expresamente del peligro del mercadillo y que al no estar activada la preemergencia no se podía prever la catástrofe.

Los responsables de la CHJ también declararon ya ante la juez, el pasado mes de mayo, asegurando que el barranco de la Cala de Finestrat es un río asfaltado sin autorización. Los familiares de los fallecidos, las personas heridas y otros afectados por la riada están personados en la causa para reclamar una indemnización.

Con el juicio todavía abierto, el cambio de ubicación del mercadillo, unos metros más arriba, y la pequeña ayuda económica que en su día anticipó el Consistorio a los vendedores del mercadillo a la espera de sus indemnizaciones, son los únicos aspectos que se han resuelto después de un año.

Queda aún mucho para que Finestrat pueda pasar página. De hecho, el barranco sigue anegando la Cala y provocando riadas cada vez que llueve. La última inundación se produjo hace tan sólo tres semanas: arrastró seis coches hasta la playa y anegó varios locales comerciales de la zona. Los vecinos piden una solución sin que haya que esperar a que se produzca otra desgracia.