Al igual que los hombres de Benidorm eran famosos en la Almadraba por su pericia en calar las redes, los de la vecina Vila Joiosa lo eran en su confección. Les llamaban para trabajar en Algeciras, en Huelva, en Cádiz. También en Girona y Mallorca. Durante dos siglos los rederos vileros, junto a sus mujeres, fueron un gremio cuyo prestigio llegaba hasta el norte de África. Así daba fe de ello Espinalt García en el libro "Atlante Español", donde recordaba que en el siglo XVIII la producción de sogas y cables para embarcaciones daba trabajo en el municipio a unas 400 familias. Trabajaban todos sus miembros. Desde el más pequeño hasta el más mayor, y las mujeres eran -y aún son- muy apreciadas por su laboriosidad a la hora de tejer las mallas.

Por aquella época la materia prima para la producción era el esparto traído de las montañas más próximas. Poco a poco, fue cambiándose por el cáñamo, hasta que llegó el material sintético en el siglo XX. Hasta entonces, la producción en La Vila se organizaba por "sendas", por parcelas de una familia donde trabajaban otras tantas. Un sistema que perduró hasta la década de los 60.

Con el nuevo material, varias sendas confiaron en que la unión les haría fuertes y se juntaron para garantizarse un futuro. Gracias a ello nació en la única fábrica que queda, Redsinsa-Redes Sintéticas, S.A., en cuya fachada puede leerse: "desde 1778". Aquellas "sendas" fueron las de Miralles, Senabre, Lloret-Macareu, Calsita, Barberá, Jorge Ruiz y Manuel "el Noi". Lo recuerda Vicente Lloret, el único descendiente de aquellos fundadores que aún trabaja, como uno más, en la producción redera. Por ello, además de "currante" es accionista, uno de esos pocos que defiende convencido de que mientras se cubran los costes vale la pena poner por delante el mantenimiento de los puestos de trabajo que el porcentaje de beneficios.

Esa política empresarial ha hecho que esta empresa haya conservado a todos sus trabajadores durante estos años de crisis. Algunos llevan más de tres y cuatro décadas en ella, sobre todo mujeres (que conforman la mayoría de la plantilla, sumando un total de 24). Se da la circunstancia además de que esta profesión, según explican, no se enseña en ninguna escuela, sino que se aprende a base de años de trabajo.

Mil usos

La empresa produce hilo, cuerdas y redes de mil usos diferentes. Esa capacidad de adaptación a nuevos usos ha mantenido a la fábrica en marcha hasta ahora. Eso, y su calidad, según destaca el director, Vicente Segrelles. Aquí el control de calidad de todas las redes se hace de forma manual, como su corte y confección, y ahí tienen un papel destacado las mujeres (un 55% de la plantilla). Algunas han pasado su vida entera en "activo" en la fábrica. Como ejemplo, esta semana estaba María, que acudió a hacer las horas estipuladas como "prejubilada" tras 47 años en la empresa, para comprobar si las redes terminadas tenían algún fallo, junto a Pepita, otra compañera que entró en el año 1972.

En cuanto a qué hacen, la respuesta podría ser "todo lo que puedas imaginar con una cuerda o una red". La parte tradicional del negocio está en la pesca y la náutica. Redes, cabos, aparejosÉ desde los nuevos "copos" para la pesca que exige la nueva normativa, hasta las mallas protectoras de las "Zodiac" que el ejército utiliza en las expediciones a la Antártida, o la vestimenta en cuerda del galeón "Andalucía", una réplica de las naves del siglo XVII que partió en 2010 rumbo a China para la Expo.

En cuando a los nuevos usos, elaboran redes de las porterías de fútbol (como son las del Barcelona, el Villareal, etcétera); la Senyera de Valencia con hilo de oro (para unir las franjas rojas y que no se deshilacharan); redes de seguridad (ya sea para barandillas en parques y paseos que sustituyan al metal, como para helipuertos de plataformas petrolíferas o mallas para alguna cárcel en el extranjero que cope el campo de fútbol del penitenciario para que los internos puedan jugar al fútbol sin que el balón caiga fuera del recinto). La fábrica vende aproximadamente la mitad de su producción fuera de España. El último encargo, de hecho, les llegó directo de la Organización de las Naciones Unidas (Unesco). En este caso, han colaborado con la institución elaborando jaulas para pescar en Sudán, con la idea de que pueda servir a la gente de allí para autoalimentarse.

Desde época romana

Cabe recordar que la producción de redes en La Vila se remonta a mucho antes del siglo XVIII. Lo hace hasta la época imperial romana, según apunta un estudio realizado por el Museo municipal tras analizar los objetos encontrados en lo que fue la villa romana de El Xarquet: numerosos anzuelos y agujas para fabricar redes de bronce y pesos de red de piedra, que indican que en el lugar hubo también una fábrica. Se cree que pudo alcanzar un tamaño de 3.000 metros cuadrados y que era única en toda la Hispania romana. Aquella villa (que ya no existe) duró cerca de medio siglo activa, abandonándose hacia mediados del siglo I, probablemente porque sus propietarios decidieron trasladarse cerca del núcleo urbano, que poco después, en el 74, recibió la categoría de municipium por el emperador Vespasiano, convirtiéndose en la cuarta y última ciudad romana de la provincia de Alicante.