Había una vez un pecio romano que se cree que viajaba de Gades (hoy Cádiz) a Roma y que en su tránsito hacia las islas Baleares fue sorprendido por un temporal. El viento y las corrientes lo empujaron hacia la costa, hasta hacerlo naufragar a 1.000 metros de tierra, frente a la Vila Joiosa, quedando hundido eternamente a 25 metros de profundidad. Ocurrió hace más de 2.000 años, según recordó ayer Carles De Juan, director de la última intervención arqueológica que se ha llevado a cabo en el pecio, rebautizado en el año 2000 como "Bou Ferrer". En ella, según apuntó, se han rescatado 25 ánforas y 4 lingotes de plomo de 70 Kg (cada uno), abriendo nuevas líneas de investigación.

Y no solo eso. También ha abierto la posibilidad de organizar rutas guiadas submarinas al yacimiento, con un planteamiento expositivo que se complete con la visita, en tierra, al futuro museo de la localidad, que albergará parte de los objetos rescatados.

Se anunció ayer durante la presentación de las últimas conclusiones sobre el yacimiento, con exposición incluida de cinco de las ánforas extraídas y uno de los lingotes. Un acto que tuvo lugar en el el Club Naútico de La Vila en presencia de la directora General de Patrimonio, Marta Alonso, el vicerrector de Cultura, Deportes y Política Lingüística de la Universidad de Alicante, Carles Cortés y el alcalde de la Vila, Jaime Lloret, además del director de la expedición. Tampoco faltaron a la cita los buceadores de la localidad Antoine Bou y Pep Ferrer, de quienes el pecio adquirió nombre al ser quienes lo encontraron hace 12 años.

Ambos, junto a socios del club, prensa, arqueólogos y políticos, siguieron la explicación de De Juan sobre la carga de la nave, que pudo haber pertenecido a Nerón o a Claudio. Y es que entre los descubrimientos más importantes de la expedición destacan los lingotes por las inscripciones que tienen marcadas: "MP.GER.AVG" (Imperator Germanicus August. Indican que eran propiedad del Estado de Roma, según el estudio realizado por Claude Domergue, catedrático de la Universidad de Toulouse le Mirail y uno de los máximos especialistas mundiales en epigrafía y metalurgia romana, que ha estudiado el metal del pecio vilero.

El estado de conservación de éste es también importante. En la excavación arqueológica hecha este año se ha podido localizar y situar la quilla del barco, algo de gran transcendencia en este tipo de investigaciones porque permite calcular las proporciones totales. Gracias a este descubrimiento se ha verificado que se trata de un gran buque, un gran velero de comercio. El único romano de mediados del s. I d.C. del que se puede conocer cómo era su arquitectura naval al estar los otros a una profundidad inaccesible.

Y esa accesibilidad es, precisamente, lo que convertirá este pecio romano en un "innovador proyecto turístico", según definió la directora general de Patrimonio. Porque de forma paralela al objetivo de investigación, se pretende buscar otro destinado al diseño de una experiencia piloto para hacer visitable el yacimiento.

Esta iniciativa, según explicó, "busca crear una oferta cultural inédita en todo el país, pues actualmente no existe ningún pecio visitable en España, lo que convertiría a La Vila Joiosa en un centro de atracción de turismo cultural de primer orden, especializado y de calidad, que uniría patrimonio, turismo y deporte".

Una "experiencia piloto", según declaró Marta Alonso "que está previsto que se inicie en la primavera del año que viene, y que pondrá las bases para fomentar nuevas actividades económicas, basadas en el turismo cultural, capaces de generar empleo y riqueza en la Comunidad Valenciana, con el patrimonio y el deporte subacuático como pilar vertebrador".

El barco y su carga total

El pecio Bou-Ferrer es un gran mercante de mediados del s. I d.C. Posiblemente su armador itálico lo tenía al servició del pujante comercio de productos béticos que abastecían la ciudad de Roma. Transportaba un cargamento de salsas finas de pescado, producto muy apreciado en la Roma imperial. El barco tenía una capacidad de carga de más de 200 toneladas, como atestigua su carga principal, compuesta por cerca de 2.500 ánforas contabilizadas que contenían "garum" (la salsa de pescado apreciada por las élites romanas). Durante las campañas de 2006 y 2007 se extrajeron 230 ánforas completas, parte de las cuales se expondrán en Vilamuseu.