La crisis y los drásticos recortes en materia educativa están haciendo habituales las deficiencias y carencias de los centros educativos de la Marina Baixa, algunas pendientes de mejora desde hace años y otras que en un principio se idearon como soluciones provisionales y que llevan camino de eternizarse. Barracones, falta de espacios en algunos centros, carencia de profesores, sobre todo especialistas, escasez de recursos, sobre todo en materia de informática y nuevas tecnologías, gimnasios cerrados, aulas de música inhabilitadas, laboratorios que no pueden montarse por falta de una sala o colegios sin pistas deportivas, son algunos de los problemas a los que se enfrentan algunos alumnos de la Marina Baixa que, con el telón de fondo de la crisis, van a recibir su educación en condiciones muy distintas según el centro escolar que les corresponda.

Algunos ejemplos son clamorosos. El colegio Gasparot de La Vila Joiosa alberga a todos sus alumnos, unos 350, en barracones desde 2007. Este año ha perdido el aula de música, que ha tenido que utilizarse para alojar a un grupo, ya que faltan espacios para ubicar a todos los niños. No tiene gimnasio, sólo cuenta con una pequeña pista deportiva y los pasillos no están cerrados, por lo que los menores han de convivir con las corrientes de aire todo el año.

Una suerte parecida corren los alumnos del Doctor Álvaro Esquerdo, también en La Vila. Tiene barracones desde hace 25 años y hoy sus más de 400 escolares siguen en ellos de forma "provisional". Los alumnos han de hacerse al frío en invierno y el calor en verano, que supone estar en aulas prefabricadas. Tampoco tienen gimnasio. Ambos centros, además de constatar la falta de planificación en materia de infraestructuras educativas, comparten otras deficiencias como la imposibilidad de contar con una cocina propia. "Toda la comida es de catering y ya me contarás cómo pueden estar a mediodía los fideos que se hacen por la mañana", lamentaron desde el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza.

Sin gimnasio están también los niños del colegio de Benidorm Vasco Núñez de Balboa. En este caso, el gimnasio existe pero está cerrado porque el edificio está lleno de grietas y goteras, pendiente de una reforma desde hace años. "Estamos a la espera del proyecto desde hace varios años pero está completamente parado, las zonas con grietas están cerradas a los niños y estamos siempre atentos porque si surgiera una grieta en cualquier parte se cerraría esa zona", indicaron desde el centro.

Por supuesto no tienen gimnasio tampoco los pequeños colegios de los pueblos de montaña, pero además éstos no tienen, la mayoría, pistas deportivas tampoco y los niños han de caminar, en algunos casos más de un kilómetros, hasta los polideportivos municipales para poder hacer Educación Física. Es el caso de Guadalest o de Tárbena, por ejemplo, donde la situación se agrava más porque el colegio sí dispone de una pista deportiva que lleva 7 años esperando a ser rehabilitada sin poder utilizarse. "Los niños se tienen que ir hasta la otra punta del pueblo y nadie lo soluciona", señalaron desde el centro.

Pero la mayor queja de los pueblos del interior de la comarca es la falta de maestros especialistas de inglés, Educación Física o Pedagogía Terapéutica, entre otras especialidades. La tijera ha dejado a diez poblaciones del Valle de Guadalest, Tárbena, Bolulla, Sella, Orxeta y Relleu, sin posibilidad de hacer desdobles o educación compensatoria al reducir los maestros itinerantes a la mínima expresión y dejarlos con un 40% las horas lectivas.

"Lo han hecho tan mal que el profesor de Educación Física no tiene ni siquiera las suficientes horas para acudir a todos los centros y no han tenido en cuenta las distancias entre pueblos", se quejaban los profesores. Tal es así, que uno de los maestros debe dar clases en Sella y en Guadalest, dos pueblos que están a casi 40 kilómetros de distancia por carreteras de montaña, lo que supone un hora de camino. "El profesor va a perder una hora de su jornada desplazándose, es demencial", señalaban los afectados.

Volviendo a los barracones, el caso del IES Pere Maria Orts i Bosch de Benidorm sigue siendo inexplicable con 350 jóvenes en aulas prefabricadas mientras las obras de remodelación del centro están paradas 18 meses. Pero además, las obras mantienen el instituto sin laboratorio, con las pistas deportivas ocupadas por los barracones, y con la necesidad de utilizar los aseos como almacén. Además, los fallos en la red de comunicaciones son constantes, pese a ser el IES donde se imparten lo ciclos formativos de Informática. El IES vilero Marcos Zaragoza suma otros 10 barracones y también hay prefabricadas en el IES La Nucía, así como en el Altaia y el colegio de L'Olla en Altea.

De fallos informáticos el colegio Garganes también sabe mucho, tanto que su aula de informática está "inutilizada, porque los ordenadores se han desconfigurado y la Conselleria ha suprimido el servicio de asistencia técnica".

El problema es que, con las facturas del comedor pendientes de pagar desde hace dos trimestres y los recortes que no parecen parar, las direcciones no quieren "gastar un duro, ni en bolígrafos", señalaron desde un colegio de Benidorm.

En la ciudad, otro colegio espera como agua de mayo la reforma de su sistema eléctrico y de climatización, el Leonor Canalejas, donde la electricidad se colapsa si se enciende la calefacción en todas las aulas a la vez.

Otros cientos de alumnos de La Vila, Polop, La Nucía y l'Alfàs han perdido el transporte escolar y han de andar más de 3 km para ir al cole.

Parafraseando el refrán: dime dónde estudias y te diré cómo recibes tu educación.

Las nuevas tecnologías, a merced de cada centro

En el capítulo de nuevas tecnologías, ordenadores, pizarras digitales y otros materiales, todo depende de la dirección de cada centro. Además de que Conselleria "lleva años sin enviar nada", los recursos que envió fueron a cuentagotas y las direcciones de los centros han tenido que irse haciendo en la medida de sus posibilidades y de sus prioridades con más o menos ordenadores, con más o menos pizarras digitales o con algún portátil para que el profesor pueda utilizarlo en clase. La dotación ha dependido realmente de las editoriales que hacían regalos a los centros a cambio de comprar su material. Hoy en día, las dotaciones son desiguales entre los centros, desde los que tienen un ordenador por alumno, la excepción, a los que tienen sólo dos para cuarenta.