Hacer de Benidorm una ciudad más cívica, donde la libertad, la histórica libertad que durante décadas ha sido una de las principales señas de su modelo turístico, no esté reñida ni con el respeto a los demás ni con el derecho al descanso. Más o menos con esta filosofía, el Ayuntamiento y la patronal hotelera Hosbec acordaron ayer iniciar el estudio de una "ordenanza municipal de civismo" al estilo de las que ya imperan en municipios catalanes como Barcelona, Salou o Lloret de Mar.

La iniciativa se afronta para frenar la degradación que pueda estar sufriendo el prestigio de la ciudad como destino turístico, un debate muy en boga este verano ya no sólo porque pueda proyectarse la imagen de un municipio "inseguro" -asunto que evidentemente ya tiene su propia legislación- sino también "conflictivo". O en términos mucho más coloquiales -y mucho más claros- una localidad un tanto "follonera".

Ya hace semanas que los empresarios abogaron por esta idea. "No sólo a los hoteleros sino también a otros sectores nos viene preocupando la degradación que sufre la escena urbana, el incremento del gamberrismo o el exceso de los ruidos", explicó el presidente de Hosbec, Antonio Mayor, quien señaló que "la ordenanza deberá servir para que determinadas situaciones no vayan a más y no dar la imagen de que aquí todo es posible".

Durante la junta celebrada ayer por Hosbec, la concejala de Turismo, Gema Amor, aceptó por su parte iniciar junto a los empresarios un estudio para redactar esa normativa. No obstante, Amor subrayó que algunas de las cuestiones que más preocupan a la sociedad ya están reguladas en otras ordenanzas municipales. Es el caso de la práctica del "botellón" o la de orinar en la calle, que en teoría ya están prohibidas por el Ayuntamiento. "Se trata de actuar sobre la base de lo que ya existe, ver lo que funciona bien en otras ciudades que ya han puesto en práctica esta iniciativa y sobre todo sensibilizar a la población y a los turistas de que hace falta un mínimo de civismo", dijo la edil.

De hecho, en la reunión se pusieron de manifiesto algunos ejemplos prácticos de cuestiones que sí podría regular la futura normativa: medidas para mejorar la limpieza en las calles o evitar prácticas tan concretas como ir sin camiseta a los restaurantes, salir desnudo a los balcones, dar voces en las calles durante la noche, pelearse a brazo partido por un puesto en los lavapiés de las playas o tocar durante la madrugada de forma indiscriminada las bocinas de los coches.

La edil de Turismo contó el testimonio de un empresario que, durante la reunión, resumió bien lo que se quiere hacer: "siempre se dice que el peor turista es el que no viene, pero en algunos casos el comportamiento de un turista que sí viene provoca que otros tres no regresen más".

Eso sí, "no se trata de ponerse rígidos porque hemos de pensar que la gente viene aquí a pasárselo bien", matizó Amor. La ordenanza no evitará que Benidorm siga siendo una ciudad tolerante. Lo ha sido siempre. "Logramos hace ya muchos años, en la época de Pedro Zaragoza, que se pudiera utilizar el bikini y esa filosofía no la vamos a perder, pero siempre dentro de unos límites", señaló de forma gráfica Antonio Mayor.