La población del Abdet ya no puede más y se ha rebelado. Este pueblo de la Marina Baixa, que comparte Ayuntamiento con la población de Confrides, está "harto" de ser el hermano pequeño, de sentirse "marginado" en inversiones y servicios municipales y de que la situación haya sido así durante años. No tienen piscina, Confrides sí; no tienen ordenador para conectarse a Internet ni para la doctora, que en pleno siglo XXI se ve obligada a hacer las recetas a mano, después pasarlas a ordenador y llevárselas personalmente al farmacéutico para suplir con su buen hacer la falta de infraestructuras. Confrides sí tiene uno.

Tienen que pagarse y mantener su propio cementerio, según lamentan, y la falta de limpieza es visible, por ejemplo, acudiendo al basurero, que además, está ubicado fuera del núcleo de población y no sólo supone un buen paseo, sino que atrae a gente ajena a tirar toda clase de enseres y escombros. En Confrides está más cerca y más limpio.

Tampoco tienen colegio, y aunque este se cerró por falta de alumnos, algunos vecinos achacan la escasez de familias con niños en el pueblo a la falta de inversiones y de servicios. Y no se ha regulado el tráfico de personas que acuden a hacer barranquismo y "atraviesan y destrozan huertas privadas porque no hay nada señalizado". Ni siquiera la salida del pueblo.

La retahíla de desigualdades es tan grande que una de las vecinas las lleva apuntadas en una hoja para que no se le olviden, porque además han ocurrido "de toda la vida". Recuerda: "la carretera, el teléfono, el alcantarillado, la faena de los hombres, las fiestas, el alumbrado...". La gota que ha colmado el vaso ocurrió el pasado mes durante las Fiestas en honor a Sant Vicent Ferrer, cuando el gobierno local anunció que no habría dinero para las fiestas de agosto en honor a la Virgen de los Dolores. Confrides sí contará con una pequeña partida para sus festejos.

Los vecinos se han movilizado para constituir un asociación en la que quieren integrarse todos los residentes, tanto del Abdet como de Confrides. Todavía en trámites, la entidad cuenta con unos 240 vecinos de los 300, según destacó su presidente, Francesc Romà. "Queremos hacer lo que el Ayuntamiento no está haciendo".

Las quejas de ambas poblaciones contra el gobierno local también son un rosario y lo que más ampollas ha levantado es que, por primera vez, los residentes pagarán por el agua. Pero hay más: las tasas de basura han subido un 42%, los diseminados se sienten "marginados", también los extranjeros, los plenos no se hacen públicos hasta que ya han pasado, el Ayuntamiento ha limitado la atención a los ciudadanos y los concejales "dicen que son secreto". Este diario trató de contrastarlo sin obtener respuesta.