Las fiestas por excelencia de la provincia de Alicante, los Moros y Cristianos, son emoción, tradición, recreación histórica y sobre todo, y para todos, espectáculo. Por ello un complejo turístico ubicado entre Benidorm y l'Alfàs del Pi, el Castillo del Conde de Alfaz (de la cadena hotelera Magic Costablanca), dedicado durante décadas a ofrecer a los turistas exhibiciones de torneos medievales, ha optado por ambientarlos en los festejos que recuerdan las batallas libradas durante la Reconquista. La noche del sábado fue su puesta de largo y a ella acudieron, participando en el espectáculo, festeros de las localidades de Villena, San Vicente y Orihuela, entre otras.

Las gradas del recinto en el que tendría lugar el torneo estaban casi llenas, con algunas bancadas vacías reservadas para quienes desfilaron en la representación. La misma arrancó con la salida a escena del personaje de Augusto Marlo, comandante en jefe del ejército del señor del castillo, quien anunció el final de la convivencia pacífica entre el pueblo moro y el cristiano, así como la llegada de sus señores, Francisco Escribano, Conde de Alfaz, y su hija Mercedes. La noble cumplía años y el público hacía de figurante de los súbditos que se suponía llegaron a la fortaleza para celebrar la onomástica. Pero antes de dar comienzo a los festejos, entró en escena el emisario del sultán.

El visir Abdul Abdel llegó reclamando la rendición de la plaza en una escena inspirada en la embajada mora de los Moros y Cristianos. Aquí los líderes decidieron que la contienda se librara con una lucha entre los tres guerreros más audaces y valientes de cada bando, si bien antes mostrarían el poder de sus fuerzas.

Para ello contaron con el apoyo de los verdaderos moros y cristianos de la provincia, los festeros. Como parte del ejército de la Cruz desfilaron en el Castillo del Conde Alfaz, a ritmo de marchas tocadas por músicos de Villena, Piratas Burgaleses, Astures de San Vicente, Marinos, Almogaveres y Corsarios andaluces de Villena.

Tras ellos llegó el turno sarraceno. Las tropas de la Media Cruz llegaron arropadas por los Negros Egipcios de Orihuela, los Tuaregs de San Vicente y comparsas de Nazaríes, Bereberes y piratas de Villena.

Después, empezó el torneo en el que se disputarían la posesión de las tierras. Con él, y tras un inicial espectáculo de magia, llegó el ecuestre, que aunó el adiestramiento de caballos de pura raza con la pericia de sus jinetes blandiendo diversas armas frente a un público entregado. Éste, dividido en dos bandos, animaba a los caballeros celebrando por todo lo alto las pruebas que iban superando o los errores de los adversarios.

Mientras unos luchaban ayudados por diez escuderos, una veintena de mesoneros escanciaba cerveza y refrescos durante la cena (medieval en toda su esencia al estar compuesta de sopa y pollo donde no había cabida para cubiertos). Y es que la puesta en escena es integral en el complejo, para aunar diversión y ficción en una función que pretende rendir homenaje al pasado de la zona. Por eso, según apuntaron, se invitará a participar al resto de compañías de Moros y Cristianos de los pueblos de la provincia.