Se llama Antonio Ortiz, aunque sus amigos le llaman "Coñeta", nombre de un tipo de cangrejo que vive cerca de los puertos de Cádiz y caños salados de sus marismas. Tiene 39 años y título de electricista especialista en instalación de energías renovables y climatización, aunque en los últimos años, con la caída de la construcción, dejó los cables para servir mesas y ayudar en la cocina de restaurantes. Eso, hasta que el verano pasado se quedó en paro.

Harto de no encontrar trabajo contactó con amigos que hacía tiempo habían volado al extranjero. Dos le invitaron a trabajar en Amsterdam. Uno a través de una ONG, edificando casas en el tercer mundo. Otro en hostelería. Antonio, dispuesto a no hacer gala a su apodo, decidió no mirar atrás, a "las malas perspectivas laborales", y echó a andar. Lo hizo como Labordeta, con sus ilusiones en la mochila, y sin prisas. Disfrutando de lo que encontrara cada día.

Entre él y su destino hay más de 3.000 kilómetros que, pese a no haber sido precisamente deportista, está decido a hacerlos a pie. Partió el 20 de marzo de El Bosque, una localidad de Málaga, y estos días está recorriendo la comarca de la Marina Baixa, pues la ruta fijada por España la ha marcado por la costa.

Como parado de larga duración su presupuesto es más que limitado, por eso, además de no gastar en transporte, apenas lo hace también para manutención y alojamiento. Dice que este viaje le ha abierto los ojos a la bondad de la gente. "Es maravillosa, tiene una concepción diferente de la realidad. Si lees cualquier periódico ves todo es malo, y sin embargo, las personas son buenas... muchas algo guarras, sobre todo cuando tiran de todo en cunetas y en parajes naturales estupendos, pero buenas, te ayudan en lo que pueden".

Gracias a su ayuda ha conocido la sierra de Ronda, el puerto de la Pedriza, Almería, Santa Pola, La Vila... y ahora está en dirección a Peñíscola, para luego tirar hacia Roncesvalles. Sus lugares de parada, como antaño hacían los peregrinos, los hace en los bares. "Voy de bar en bar, hablo con ellos, los sello en mi cuaderno de notas y si tienen cuadros los fotografío y los subo a un blog", cuenta Antonio. Su web, "el camino del Coñeta", tiene ya más de 7.400 visitas. "Lo malo es que tengo muy poco tiempo para escribir y subir cosas, eso me lleva días". Y claro, no hay prisa relativa, pues quiere estar para el 20 de agosto en Amsterdam.

Llegar antes del otoño le ahorrará problemas, pues salvo excepciones, duerme a la intemperie. "Cuando cierra el último bar del pueblo sabes que ya todos se han ido a dormir y puedo hacerlo yo también". En su cuaderno registra los sellos de los bares, como antes sellaban las aduanas en los pasaportes. También firmas y recuerdos de quienes le acogen (en la provincia de Alicante, de momento, una chica llamada Silvia de Santa Pola y en La Vila un vilero llamado Miguel, "cuya prima es mi cuñada", puntualiza).

Para asearse va a gimnasios. "La gente deportista lo entiende y no suele tener problema en que te duches cuando te ve llegar con la mochila", revela. Dentro de ésta lleva 20 kilos de equipaje con lo justo para cocinar, dormir y abrigarse, su cuaderno de notas, y un libro, "Francés para viajeros", para cuando cruce la frontera.