Sólo hay un paso entre escuchar a un albañil gritar a una mujer "si tus pechos fueran agua, España no tendría sequía", a que no diga ni "mu" y siga afanado en su tarea: entrar en el recinto de la obra. Los tiempos han cambiado. Ahora, quienes construyen un edificio "sólo dicen cosas a las mujeres que pasan junto a la obra, pero si una entra, ya se callan porque saben que manda". Lo cuenta una de las arquitectas que, junto a ingenieras y gestoras, conforma el grupo que está izando, en Benidorm, el que será el edificio residencial más alto de Europa, el InTempo, cuyo presupuesto asciende a unos 50 millones de euros.

Son mujeres de generaciones dispares cuya opinión, sin embargo, coincide en un aspecto: la discriminación por sexo en este sector sigue latente pese a lo mucho que se ha avanzado. A la mujer, sobre todo cuando entra a trabajar en una empresa del ramo, se le exige más que a un hombre, aunque una vez demostrada su valía, jefes y compañeros digan que no la cambiarían por otro. El motivo de ello, para Elena Villalba, arquitecto técnico de 29 años encargada de "planificación y pedidos" a pie del rascacielos, es que las mujeres son más organizadas. La veterana del equipo coincide con ella.

Consuelo Arana tiene 52 años y lleva la coordinación del proyecto como jefa de estudio Pérez-Guerras. Recuerda sus comienzos "bajando planos al Colegio de Arquitectos, haciendo fotocopias... porque a un chico ya se le presuponía que sabía, pero a nosotras no. Echabas más horas para averiguar las cosas por ti misma, para no preguntar, consciente de que si lo hacías pensarían que era porque eras mujer. Pero ahora las cosas han cambiado, se han acostumbrado y te respetan... claro, eso siempre que desde el principio impongas las distancias".

Mari Carmen Bellvert, arquitecta técnico de 44 años, del Estudio Olcina y Raduan de Benidorm, lo sabe bien como encargada de la dirección de la obra. "Tienes que tener un carácter especial, estar muy segura para tener una capacidad de decisión rápida, saber que es la acertada, y dar la orden clara. No te pueden ver dudar".

También la negociación con los bancos -que ahora marca más que nunca el ritmo de las obras- empieza a depender de ellas. Es el "punto negro" del sector. Así lo ve Mari Carmen Mascaró, gerente de Kono, el grupo encargado de realizar la estructura del edificio. "Con mi equipo todo va bien, nos cuidan mucho, pero no con los de arriba, con los bancos, cambia. No les gusta trabajar con mujeres, es una lucha constante, como si no te tomaran en serio. ¿Por qué?, porque no entras en su juego... la visión de una mujer en la obra es diferente, no tienes una ambición personal, lo único en lo que piensas es en que todo salga bien".

El grupo explica que la mayoría de mujeres que conocen del sector toma cada proyecto como si fuera un hijo. Más cuando se trata de emblemáticos como este. "Primero lo imaginas, luego lo pintas y luego lo vas viendo crecer, hasta que termina como lo habías soñado", dice Consuelo, la artífice, junto al arquitecto Roberto Pérez Guerras, del retoño de 200 metros de altura, 48 plantas y 269 viviendas que se levanta en la Cala.

Su triunfo no es gratuito. Ninguna del grupo tiene hijos. Unas porque son jóvenes y dicen esperar el momento adecuado. Otras porque no lo encontraron o lo descartaron de sus planes. Conciliar vida laboral y familiar, en esta profesión, es casi un imposible. Para empezar, tienen que encontrar a la pareja adecuada. Alguien a quien "no le importe que no tengas horario, que trabajes también los fines de semana, que lo hagas rodeada de hombres y que para colmo, ganes más que él...".

Luego hay que llegar a casa y dejar de hablar del trabajo. Para Lidia Moreno, aparejadora de 26 años de Hilo Urbana, encargada de la albañilería, es casi imposible porque afirma que su "vida es el trabajo".

La complejidad del proyecto hace que lo sea para todas. Han de velar por la seguridad de todos (reconocen que el peor día que han vivido desde que pusieron la primera piedra de este coloso fue el del accidente del montacargas). Tienen que buscar los materiales adecuados (el cerramiento, del que se encarga otra mujer, Tatiana Mico, lo traen desde México y desde Alemania). Deben estudiar permanentemente (las normativas y legislación de la edificación cambia permanentemente); Y además, han de superar miedos que para otras personas son insuperables, como el vértigo. Trabajar a 200 metros de altura con el vacío bajo los pies no deja opciones.Alli celebrarán, este jueves, el Día de la Mujer Trabajadora.

269 viviendas en casi 200 metros en vertical

El "InTempo " es un edificio compuesto por dos torres en forma de número 1 enfrentados entre sí y unidas en las plantas superiores por un módulo en forma de cono invertido. En total tendrá 269 viviendas, donde la domótica permitirá un mejor control de las mismas de manera individualizada. Entre los aspectos comunes, destaca el sistema incorporado para limpiar los 180 metros de cristalera, mediante góndolas que se descuelgan de la cubierta. Además, sus ascensores interiores realizarán el recorrido de planta baja hasta la última en 1 minuto. Actualmente el montacargas tarda en hacerlo 5 minutos. En las zonas anexas, el edificio dispondrá de piscina olímpica. El presupuesto asciende a unos 50 millones.