Aunque hoy más de 2.600 niños y niñas de Benidorm compiten cada sábado en diferentes disciplinas arropados por una legión de técnicos municipales, no siempre los menores han podido practicar deporte de forma organizada. Mientras en otras comunidades autonómicas los juegos deportivos para menores eran algo normal, en Benidorm, a comienzos de los 80, eran algo desconocido. Claro que, por entonces, ni siquiera los escolares tenían clase de gimnasia. Por ese motivo, cuando un maestro del País Vasco, Luis Ferreiro, llegó a la ciudad para alejarse de la amargura que dejaban tras de sí los atentados terroristas que se sucedían en el lugar donde residía, decidió poner en marcha lo que allí era algo normal: los juegos escolares, que este año cumplen 30 años en Benidorm y en los que participan alumnos del resto de la comarca.

Según recuerda Ferreiro, la idea de poner a los más pequeños a hacer deporte, para educarles también reforzando valores como el compañerismo, el esfuerzo y la vida saludable, fue también fue idea de otros profesores de gimnasia, "recién licenciados", Esteban Gago y Manolo García. Juntos presentaron la propuesta al Ayuntamiento, cuando aún no existía la Concejalía de Deportes). Gustó, y empezaron a trasladarla a los directores de los colegios e institutos del municipio. El objetivo era contar con una escuela de iniciación deportiva, cuya actividad se realizaría, los fines de semana, en las únicas instalaciones con la que por entonces contaba Benidorm: una pista de balonmano al aire libre y el campo de fútbol (el estadio de Foietes era una casa de campo). Al tiempo, los monitores municipales empezaron a dar gimnasia en los institutos, algo que chocaba a más de uno. "Recuerdo que un inspector que vino al colegio Bautista Lledó, donde daba gimnasia, me dijo que no podía dar clase en pantalón cortoÉ me tuve que poner el largo del chándal", recuerda Ferreiro.

Los equipos de los juegos deportivos los fueron formando, en 1981, con los alumnos de los cinco centros educativos que por entonces tenía Benidorm. Para los arbitrajes les ayudaban jugadores juveniles de algunos deportes, como el fútbol, con solera, o el baloncesto y el voleibol, fundados el mismo año.

Por aquel trabajo los monitores cobraban una pequeña gratificación del Ayuntamiento, siendo la mayoría de la enseñanza o jugadores de fútbol que tenían sus trabajos aparte. Pero Benidorm estaba emergiendo demográficamente. En 1983, como colofón a los juegos, se creó una olimpiada escolar en la que ya pudieron participar los escolares de un nuevo colegio, el Ausias March. Años después, habían abierto sus puertas otros tres colegios, el Miguel Hernández, el colegio de La Cala y el de Sierra Helada. El volumen de trabajo crecía vertiginosamente, y por ello se creó la figura de un concejal de Deportes que llevaba al tiempo Educación. El primero fue Pepe Amor. Al tiempo se creó la figura del monitor del colegio, con jornadas de 30 horas de permanencia en cada centro, dando en el mismo las clases de Educación Física, hasta que a finales de los 80 la Conselleria adscribió, por primera vez, profesores especialistas a esa asignatura.

Vicente Picó, el concejal de aquella época, estaba al frente de Deportes cuando el Ayuntamiento se planteó quitar los monitores e intentar que los profesores continuaran con los juegos escolares. Aquello no prosperó, y los menores demandaban una actividad deportiva fuera del horario escolar, al igual que ya pedían los adultos.

Fue cuando empezaron a crearse las nuevas instalaciones municipales, con un campo de tierra anexo al de fútbol, y cubriendo la pista de balonmano a principios de los 90.

Hoy los técnicos deportivos municipales (muchos de los cuales inauguraron los juegos como alumnos) reparten su jornada entre los entrenamientos para adultos y la preparación en colegios para los juegos escolares, de donde salen muchos jugadores que luego pasan a categorías superiores jugando en los clubes. Dada la pluralidad de nacionalidades que hay en los centros, según resalta el maestro (ya jubilado), estos juegos sirven para la integración de todos, como un medio social.

Trabajar la actitud más que la aptitud

En Benidorm empezó a competirse, dentro de los juegos escolares, una nueva disciplina, el multideporte, que según explicó quien lo puso en marcha "busca trabajar la actitud más que la aptitud". En ella, los niños más pequeños, de hasta 7 u 8 años, tocan todos los deportes básicos dentro de la misma "liga". En ella, el árbitro no sólo penaliza por las infracciones deportivas, sino también por el comportamiento en la pista, incluido el del entrenador. Los niños que peor juegan aquí tienen que hacerlo, ya que si no se rota, se penaliza al equipo. En las puntuaciones, además del resultado, se incluye también el compañerismo y la equipación. Así, un equipo con buenos jugadores puede perder ante otro malo si su actitud en el partido no es buena. De este modo, se consigue inculcar ciertos valores positivos, además de probar la aptitud de los menores en distintos deportes.